jueves, 22 de mayo de 2014

Alguna nota adicional a la última entrada

En mi última entrada olvidé momentos y lugares importantes del viaje...Tal fue mi empeño en intentar ser breve (no contando cada detalle) que al final dejé de relatar momentos relevantes...
Visitamos un sitio preciosísimo que me gustaría mencionar: el Cape Reinga o Cabo Reinga.
Here you are:

Este cabo es la punta noroccidental de la península Aupouri, en el extremo norte de la isla norte de New Zealand, o lo que es lo mismo, en to la punta de la isla norte, donde acaba New Zealand.
Está situado a más de cien kilómetros al norte de la ciudad más cercana, Kaitaia. Cerca de este sitio estuvimos también en las dunas más grandes que he visto yo en toda mi vida y en la playa de las noventa millas, cuyo nombre lleva a engaño, pues no mide noventa millas sino noventa kilómetros. No obstante, sigue siendo una barbaridad...¡Noventa kilómetros de playa! ¿Os lo imagináis? Los tres sitios son dignos de ser mentados porque son, probablemente, de lo más bonito que he visto hasta ahora en este país. 
No quería dejar de invitaros a buscar fotos para que deseéis venir a New Zealand y verlos en directo. 
Awesome!
Anyway, siempre podéis ver las fotos que Miguel, afanosamente, va colgando en Facebook para ilustrar este tiempo. 

Por otro lado, también quería contaros que Miguel dio un concierto en un bar en Paihia, el pueblo de Bay of islands donde nos alojamos. Si no recuerdo mal, las tres noches que pasamos allí, como buenxs borrachxs (a ver, a ver, que no cunda el pánico, lo digo porque una cervecita sienta muy bien), salimos a tomar algo después de cenar. El caso es que una de esas noches dimos con un bar (justo enfrente del hostel -tendría que haber hecho mención a los hoteles también, la verdad, pero...pero...no quería escribir tanto como Cervantes-) donde un entrañable señor estaba tocando la guitarra. Cuando llegamos, se dirigió a nosotrxs y nos preguntó si sabíamos tocar. El concierto era casi un concierto privado. Estaban el guitarrista en cuestión, los miembros de una familia (hermanos y hermanas, algún cuñado, la abuela, nietos y algún desorientado), los camareros, Miguel y yo. Obviamente, yo dije que Miguel sabía tocar y el señor (que era REALMENTE entrañable) le invitó a tocar. Miguel quiso esperar un poco, pero en cuanto el ENTRAÑABLE señor le invitó de nuevo dos canciones después, él se animó. Fue muy divertido. La gente que había allí disfrutó. Les gustó escuchar algo diferente porque Miguel cantó en español y además (no es amor de novia, es real), lo hizo muy bien. ¿El fallo? ¡Yo no llevaba el móvil y no pude hacer ninguna foto ni grabar ningún vídeo! ¿La magia? Quedará para siempre en nuestra memoria. Muchas veces esas cosas son más bonitas y mejores, pero parece que hemos perdido un poco el norte con esta sociedad hipertecnologizada.

Volveré pronto con nuevos datos de nuestra cotidianeidad. 

Disfrutad de vuestra incipiente primavera. Aquí el otoño no se ceba. El tiempo sigue siendo muy aceptable. No obstante, no puedo negar que a veces os imagino en manga corta por Madrid, Guadalajara, Londres, Málaga or whatever (resulta que Blogspot me dice desde dónde me leen y me ha impresionado ver que es desde más sitios de los que yo imaginaría) y me dais envidia. Sí, sí, ya sé que yo estoy viviendo un sueño hecho realidad... :)

¡Besos desde muy lejos!

sábado, 17 de mayo de 2014

Una crónica de la mejor de las visitas

Aquí estoy de nuevo. 
He tardado en reaparecer, pero no me había olvidado de este rinconcito. 
La buena noticia es que, como imaginaréis, hoy sí que vengo con un buen cargamento:
Mi madre y su amiga Pocha (una buena amiga de toooda la vida -son amigas desde que eran pequeñas-) llegaron el sábado 19 de abril, un día después del cumpleaños de Miguel (¿sabéis ya que le he regalado a Miguel un viaje a Tonga por su cumpleaños? Podéis buscar fotos en Internet y moriros de la envidia...) Fui a buscarlas al aeropuerto y como habían llegado una hora antes, no tuve que esperar nada. Estaba puesta en la puerta de llegadas como una pringada cuando escuché a Pocha llamarme por detrás. Me giré y...¡ahí estaba la mía mamma! ¡Qué ilusión! Ahora que lo rememoro (y parece un acontecimiento muy lejano en el tiempo), me pongo un poco triste. 
Como yo ese día tenía que trabajar, pude acompañarlas hasta el centro de la ciudad y allí las recogió Miguel (él había trabajado por la mañana y estaba saliendo cuando nosotras llegábamos a la ciudad). Yo me marché a trabajar y Miguel, Pocha y mi madre se fueron a casa. El domingo yo también tenía que trabajar, pero lo bueno empezó por fin el lunes. Miguel tenía libres martes, miércoles y jueves, pero como yo tenía libre desde el lunes (hasta el siguiente lunes, ambos inclusive), nosotras alquilamos el coche ese día y nos fuimos a conocer Piha, una playa cerca de Auckland, como a media hora en coche, que es muy bonita. 
La aventura en coche es digna de ser mentada. Como bien sabréis, aquí se conduce al revés (colonia británica), pero además nos dieron un coche automático, cosa que parece fácil en principio (y lo es, lo es), pero asusta cuando nunca has conducido uno, ves que tiene una palanca con letras y tienes que incorporarte, directamente, a una calle ancha y con tráfico. Cuando nos montamos en el coche, volante al otro lado, y mi madre vio aquella palanca, le cambió la cara. Entré de nuevo al sitio del alquiler de vehículos para preguntarle a la chica y me explicó para qué servía cada letra (una para arrancar, otra para parar -como un punto muerto-, otra para la marcha atrás y dos más que dijo que no necesitábamos...-sin comentarios-). Así que, bien echá palante como es mi madre, salimos a Beach Road, la calle en la que vivo y en la que habíamos alquilado el coche. Al principio fuimos un show. Mi madre, como es lógico, iba de los nervios y yo tampoco ayudé mucho, porque me puse un poco nerviosa también. Sólo os digo, como dato, que nos metimos (por mi culpa) en dirección contraria en una de las calles más importantes del centro de Auckland (Albert Street, para más datos). Camino de Piha también la liamos alguna vez más. La mejor de todas fue cuando nos incorporamos en dirección contraria en una pequeña carretera, bonita y LLENA de curvas...Teníais que haber visto la cara que se le puso a la conductora del coche que apareció de frente...¡jajajaja! Un susto, no más.
Ese primer día sólo condujo mi madre. La pobre se comió el marrón de entender cómo funcionaba el trasto aquel. Y no fue hasta la noche cuando cogí yo el volante. Fuimos a buscar a Miguel a la salida del trabajo y ahí me atreví yo a conducir, pensando que al día siguiente ya empezaba el viaje largo y no podría conducir sólo la mujer que me parió, valiente como ella sola. Por la noche Auckland estaba casi desierta, así que fue fácil. Le pillé el punto rápidamente y fue todo perfecto hasta que llegamos a la puerta de la parrilla donde trabajaba Miguel. Allí nos esperaba con dos de sus compañeros para llevarlos a sus casas...¡casi me muero de la risa! Jugándose la vida gratuitamente, los pobres muchachos...No, ahora ya en serio. La verdad es que no me puse nada nerviosa. Quien me conoce, sabe que me encanta conducir. Y está mal que yo lo diga, pero creo que no lo hago mal, así que sólo hice unas bromas sobre lo arriesgado del viaje, los llevamos a sus casas y volvimos a la nuestra. Todo en orden. 
El martes salimos camino de Bay of islands (otra vez os invito a buscar fotos en Internet), un paraíso. Sé que pensáis que podría poner yo alguna foto y no descarto la posibilidad, pero eso será cuando termine de escribir. Como imaginaréis, no escribo directamente en el blog, sino que lo hago en un word y luego pego el texto en el blog. Lo mismo me animo y pongo alguna foto mía...Es que sí ya de por sí me da pereza, encima ahora me da más porque hemos formateado el ordenador y tengo que enchufar el disco duro de Miguel para buscar fotos. En otros momentos aludo al poder de la imaginación, pero ahora podéis buscar fotos en Internet y todxs tan contentxs. Bay of islands. Esa es la clave. Donde seguro que pondremos fotos (gracias al esfuerzo de Miguel) será en Facebook. 
(Cómo me gustan estas paradas gratuitas y aparentemente sin sentido. Todo hila, todo hila...)
Decía que el martes salimos camino de Bay of islands, ahora sí con Miguel. No fuimos directamente, sino que dimos un poco más de vuelta para pasar por otros sitios bonitos, interesantes o divertidos. Vimos el kauri (especie de conífera endémica del norte de la isla norte de New Zealand -¿cómo os habéis quedado?-) más grande (y por ende, más antiguo) del país. Una pasada de árbol...Tane mahuta, se llama el bichito. Por el camino nos diluvió, nos salió el sol, vimos como siete arcos iris, volvió a llover, a brillar un sol espectacular y así todo el rato...Lo del tiempo en New Zealand es una locura. Yo no termino de acostumbrarme. No hay un sólo día entero que sea atmosféricamente igual. Nunca un mal día será malo todo el día. Lo mismo si amanece soleado. No te fíes...
Llegamos a nuestro hotel en Paihia el martes por la noche y el miércoles hicimos un crucerito por la bahía (bay significa bahía, sí) para ver las islas (las islands, ya tú sabes). Muy bonito, la verdad. Muy, muy bonito. ¡Y lo mejor de todo es que hizo bueno todo el día! Yo estaba convencida de que nos iba a llover en medio del crucero, pero no fue así. Pudimos disfrutar de un agradable sol y comimos en una de las islas porque el crucero hacía una parada en ella. Una pasada. Verde, azul y mar por todas partes....


Como no quiero ponerme pesada describiendo día a día cada paso que dimos, diré que el jueves seguimos con las excursiones (viendo sitios bonitos, vaya...) y el viernes por la mañana tuvimos que salir camino de la gran ciudad again porque Miguel trabajaba por la tarde. Nosotras ese día paseamos por Parnell y el sábado por la mañana nos fuimos a Hobbiton! Para quien no lo sepa, "El señor de los anillos" se rodó en Nueva Zelanda (sí, esos paisajes son reales, no hay montaje ni son escenarios) y Hobbiton, la morada de los hobbits, está como a una hora y media de Auckland. Se pasan un poco con el precio de la entrada y entra demasiada gente en cada turno, por lo que íbamos un poco como piojos en costura (¿de dónde vendrá esa expresión?), pero el sitio es espectacular y fue muy divertido terminar tomando una cerveza en el Green Dragon, el bar de Hobbiton. Ese mismo día, cuando terminamos donde los medianos, nos fuimos a Rotorua, una ciudad conocida por su olor a huevo podrido fruto de la cantidad de géiseres que hay por todas partes. Alucinante...Yo nunca había visto un géiser y no me imaginaba que de la Tierra pudieran salir esos calores...Sé que el centro de la Tierra está caliente, antes de que alguien piense que soy lerda. Pero es que ver cómo hacen blublu los barros y las aguas es impresionante. Me encantó, la verdad.




Bueno, como decía, al salir de Hobbiton dirigimos el coche automático a Rotorua, pero por el camino paramos en Tauranga, una ciudad en Bay of Plenty, y allí, contra todo pronóstico, nos encontramos con Pierre, el hermano de Agua, una amiga de mi hermana. Ya os he hablado anteriormente de él porque estuvo en mi casa, en Auckland, cuando aterrizó en New Zealand. Pero luego se marchó en busca de trabajo a otra parte y yo ni siquiera sabía por dónde andaba...Paseábamos por Tauranga cuando nos lo encontramos sentado en una terraza tomando algo con unxs amigxs. De coña...
Esa noche dormimos en un hotel en Rotorua donde el indio de la recepción fue muy majo y pudimos oler a huevo podrido según nos bajamos del coche...y a la mañana siguiente fue cuando vimos el blublu de la tierra, las aguas salir a chorros y los vapores del agua hirviendo. Allí también vimos un marae. Los maraes son centros de reunión de los maoríes. Son sagrados y constan de un edificio central, principal, y de pequeños edificios aledaños. Me pareció muy bonito. Lo que se ve al fondo es un marae (más concretamente, el que yo visité, en Te Puia, pero a esos señores no los vi, no). 


Desde que llegué a este país, aun sabiendo que los maoríes existen porque los veo por la calle, no había tenido contacto con su cultura hasta este viaje, donde pude saber más de cómo son, de dónde salen, en qué creen o cómo son sus esculturas. Hacen unas tallas en madera que, salvando las distancias (nunca mejor dicho), podrían parecerse a lo que se os viene a la cabeza si pensáis en arte africano. Esto, con una licenciatura a mis espaldas, es una paletada como una catedral, pero es para que os podáis hacer una idea. Ale, ahí dejo la simpleza de que por ser tallas en madera pueden recordar al arte africano...

File:WahineTane.jpg   


Sí, me he dado cuenta de que lo mejor que podía hacer era pegar unas fotos. Ahora podría borrar la paletada de arriba, pero mejor la dejo. Así soy yo.

 

La cagada de la excursión llegó al día siguiente. El siguiente destino era Tongariro, que no está nada cerca de Rotorua...Nos chupamos unas cuantas horas de coche para llegar allí por la noche y enterarnos de que al día siguiente estaba terminantemente prohibido subir a las montañas (en realidad son tres volcanes: el Tongariro, que es el más bajo de los tres, pero el que da nombre al Parque Nacional -es la montaña del anillo en "El Señor de los anillos", el Ngauruhoe y el Ruapehu). Nosotras no pensábamos hacer una excursión de montañeras, pero sí pretendíamos acercarnos a la parte baja de los tres volcanes para admirar su inmensidad desde abajo y, por el camino, ver el paisaje del maravilloso parque. Pues...mi gozo en un pozo. No pudimos hacer ni tan siquiera eso porque al día siguiente, cuando nos levantamos, la niebla no nos dejaba ver lo que teníamos a dos palmos. Y encima llovía como si no hubiera un mañana...Lo intentamos. Nos acercamos al Tongariro. Y nada. No se veía una mierda. Tampoco pudimos acercarnos a varias cascadas que hay por la zona, excursiones de una o dos horas (en contra de las nueve o diez horas que se tarda en hacer el Tongariro alpine crossing, que haré con Miguel próximamente). Así que con las mismas cogimos el portante...y nos fuimos a Waitomo, el famoso sitio de las luciérnagas. El nombre del área, Waitomo, proviene del maorí: wai (agua) y tomo (hoyo). Bajo las verdes colinas de Waitomo, yace un laberinto de cuevas, simas y ríos subterráneos. Muchas de las paredes de estas cuevas (llenas de estalactitas y estalagmitas), están repletas de una galaxia de luciérnagas nativas de New Zealand. Como imaginaréis, allí está terminantemente prohibido hacer fotos, así que las que os pongo, para que os podáis imaginar el sitio, están sacadas de su página web. Nosotras no lo vivimos exactamente así, pero supongo que es porque las fotografías que pueden hacerse allí dejan mucho que desear...Después de andar por las cuevas, acabas montando en una barca donde te enseñan las luciérnagas.



Obviamente, todo estaba mucho más oscuro y la luz de las luciérnagas no es exactamente así. A mí me pareció más bonito que en estas fotos. 
Al salir de Waitomo, volvimos a Auckland. Ya era lunes y yo trabajaba al día siguiente. Desde el martes hasta el sábado yo tuve que trabajar, pero como tenía libres las mañanas (realmente tenía libre hasta las 17:30 todos los días), seguimos haciendo cositas por aquí. 
Ya he dicho más arriba que no parece necesario relatar cada paso. Obviamente, me he dejado un sinfín de cosas por el camino. He ido al grueso de la excursión. Pero entre punto y punto de los relatados nos hartamos de ver paisajes verdes, montañas, bosques y bosquecitos (selvas, como las llamaba Pocha), vacas, ovejas, pájaros patilargos (así los llamo yo, ¡pero acabo de descubrir que se llama pukeko! Miguel y yo habíamos pensado mil veces tratar de averiguar cómo se llaman y no ha sido hasta ahora, escribiendo estas líneas, que por fin lo he hecho!). Aquí podéis ver a mis amigos los patilargos. Me encantan...Aunque en esta fotografía no se aprecia bien por qué los llamo "patilargos". 


El domingo, último día de mi madre y de Pocha aquí (su vuelo salía bien temprano el lunes), alquilamos de nuevo un coche para poder llevarlas al aeropuerto al día siguiente y nos fuimos a Long bay, una playa que no está lejos de Auckland y que es muy bonita, no sólo por la playa en sí sino también por el entorno. Ya unos días antes, cuando estuvimos en Takapuna, mi madre dijo que había visto su sueño hecho realidad. Aquí volvió a verlo: ¡playas que tienen césped al lado! Todo es tan verde...

Siendo consciente de la infinidad de cosas que quedarán en nuestra retina y en nuestro recuerdo, pero que no quedan plasmadas en estas líneas y tampoco en fotos, voy a empezar a dar por concluida la crónica del viaje. Seguro que luego, cuando me relea, me acordaré de más cosas que no serán, al fin y al cabo, más que detalles. 
Lo importante, lo realmente importante, es que pude disfrutar de mi madre dos semanas. No podéis imaginaros hasta qué punto la echaba de menos...Su visita fue como un soplo de aire fresco en la rutina del trabajo. Últimamente vivo con la sensación de que sólo trabajo, duermo y como. Estoy contenta porque tenemos proyectos y planes, pero tampoco quiero vivir en el futuro. Y el día a día, a veces, se hace un poco pesado. Disfruto de la compañía del mejor de los amigos, pero eso no me impide echar de menos a mi madre y a mi hermana. Me acuerdo mucho de ellas. Se me hace muy raro estar tan lejos...Así que poder abrazarla fue como un bálsamo...Me dio fuerza y energía para seguir. Y me animó saber que ella se fue feliz por verme contenta, ilusionada y llena de vida. Mi madre es, sin duda, una de las personas más valientes que conozco. Siempre lo ha dado todo por nosotras sin pedir nada a cambio y a mí me dio mucha pena alejarme de ella, pero como ha podido comprobar, estoy aquí aprendiendo a ser libre y volando. A veces hay que alejarse de lo que más se quiere en este mundo para aprender a quererlo mejor aún. 
Los primeros días me sentí un poco agobiada por el hecho de que se habían gastado mucho dinero para llegar hasta aquí y yo quería que todo fuera perfecto, pero luego me relajé (siempre Miguel a mi lado...) y me di cuenta de que para mi madre todo iba a ser perfecto estando junto a mí, así que pasamos unos días maravillosos. Yo dejé de autoexigirme y me di cuenta de que así funcionaba mejor. Traté de planificarlo todo para que fuera genial sin buscar la perfección porque supongo que eso no existe. 
Palabras de gratitud a Pocha, que acompañó a mi madre en este periplo mundial, durmiendo y riendo en aeropuertos everywhere. 
Ahora parece que hace muchísimo que se marcharon, pero realmente no hace tanto...El tiempo, el tiempo...
De momento intento no pensar que me queda mucho para volver a verla. Me quedo con lo positivo que fue nuestro reencuentro y sueño con que el siguiente no tarde en llegar, pero mientras aprovecho el instante, aprendo y crezco. Cada cosa tiene su momento y yo ahora estoy aquí. 
Nos hemos prometido que volverá a acompañarme en mi siguiente viaje después de volver a España, que ya sabéis que será por Latinoamérica. Seguimos teniendo la misma idea que ya he contado anteriormente: volveremos viajando por Asia, pasaremos un tiempo en España ahorrando y luego queremos viajar a Latinoamérica. La vida da muchas vueltas, por eso es mejor vivir sin guión, pero no está de más tener ideas que ordenen el camino. Para nosotrxs ahora seguir volando es importante. 
Mamá, te estaré eternamente agradecida por tu valentía y tu amor incondicional. Estoy muy orgullosa de ti y de ser tu hija.