En mi última entrada olvidé momentos y lugares importantes del viaje...Tal fue mi empeño en intentar ser breve (no contando cada detalle) que al final dejé de relatar momentos relevantes...
Visitamos un sitio preciosísimo que me gustaría mencionar: el Cape Reinga o Cabo Reinga.
Here you are:

Este cabo es la punta noroccidental de la península Aupouri, en el extremo norte de la isla norte de New Zealand, o lo que es lo mismo, en to la punta de la isla norte, donde acaba New Zealand.
Está situado a más de cien kilómetros al norte de la ciudad más cercana, Kaitaia. Cerca de este sitio estuvimos también en las dunas más grandes que he visto yo en toda mi vida y en la playa de las noventa millas, cuyo nombre lleva a engaño, pues no mide noventa millas sino noventa kilómetros. No obstante, sigue siendo una barbaridad...¡Noventa kilómetros de playa! ¿Os lo imagináis? Los tres sitios son dignos de ser mentados porque son, probablemente, de lo más bonito que he visto hasta ahora en este país.
No quería dejar de invitaros a buscar fotos para que deseéis venir a New Zealand y verlos en directo.
Awesome!
Anyway, siempre podéis ver las fotos que Miguel, afanosamente, va colgando en Facebook para ilustrar este tiempo.
Por otro lado, también quería contaros que Miguel dio un concierto en un bar en Paihia, el pueblo de Bay of islands donde nos alojamos. Si no recuerdo mal, las tres noches que pasamos allí, como buenxs borrachxs (a ver, a ver, que no cunda el pánico, lo digo porque una cervecita sienta muy bien), salimos a tomar algo después de cenar. El caso es que una de esas noches dimos con un bar (justo enfrente del hostel -tendría que haber hecho mención a los hoteles también, la verdad, pero...pero...no quería escribir tanto como Cervantes-) donde un entrañable señor estaba tocando la guitarra. Cuando llegamos, se dirigió a nosotrxs y nos preguntó si sabíamos tocar. El concierto era casi un concierto privado. Estaban el guitarrista en cuestión, los miembros de una familia (hermanos y hermanas, algún cuñado, la abuela, nietos y algún desorientado), los camareros, Miguel y yo. Obviamente, yo dije que Miguel sabía tocar y el señor (que era REALMENTE entrañable) le invitó a tocar. Miguel quiso esperar un poco, pero en cuanto el ENTRAÑABLE señor le invitó de nuevo dos canciones después, él se animó. Fue muy divertido. La gente que había allí disfrutó. Les gustó escuchar algo diferente porque Miguel cantó en español y además (no es amor de novia, es real), lo hizo muy bien. ¿El fallo? ¡Yo no llevaba el móvil y no pude hacer ninguna foto ni grabar ningún vídeo! ¿La magia? Quedará para siempre en nuestra memoria. Muchas veces esas cosas son más bonitas y mejores, pero parece que hemos perdido un poco el norte con esta sociedad hipertecnologizada.
Volveré pronto con nuevos datos de nuestra cotidianeidad.
Disfrutad de vuestra incipiente primavera. Aquí el otoño no se ceba. El tiempo sigue siendo muy aceptable. No obstante, no puedo negar que a veces os imagino en manga corta por Madrid, Guadalajara, Londres, Málaga or whatever (resulta que Blogspot me dice desde dónde me leen y me ha impresionado ver que es desde más sitios de los que yo imaginaría) y me dais envidia. Sí, sí, ya sé que yo estoy viviendo un sueño hecho realidad... :)
¡Besos desde muy lejos!
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