Pienso que todos los momentos (o quizá mejor dicho, todas las épocas) tienen un sonido (o varios). Muchas veces es una canción, un disco o un grupo. Otras, simple y maravillosamente, es el sonido de un árbol, del viento o del mar, del roce de una prenda de ropa. También puede ser el traqueteo de algún medio de transporte o un pájaro que siempre está ahí. Puede ser el sonido de cubiertos chocando o de vasos, o el de un wok, una nevera o una lavadora. Los semáforos, los aviones, las sirenas de incendios y los camiones de bomberos, las sábanas, los cortauñas, las tijeras, los cajones de la cocina, el agua de una piscina, el tendedero, un acento diferente, Skype, una lata que se abre, un paquete de galletas, una botella que no tiene corcho sino tapón, la hierba movida por el aire, los pasos de un pájaro patilargo, la respiración de las vacas...todos ellos tienen su sonido. Hasta las miradas tienen sonido.
Creo que hay que saber prestar atención. Si no, estos sonidos que forman parte de los recuerdos pueden pasar inadvertidos. Pero en el fondo, los recuerdos también son sonidos, sobre todo son sonidos.
Imagino que los recuerdos de una persona sorda han de ser diferentes a los míos. Yo no concibo la vida sin sonidos. Igual es porque siempre he tenido miedo de perder el oído.
Y el silencio también suena. Silencios como recuerdos sonoros. El silencio puede repiquetear, tintinear, taconear, patear, taladrar, silbar, tañer, tamborilear, repicar, teclear, aporrear, entrechocar, zapatear, fluir, gotear, salpicar...El silencio puede causar ruido. Dicen que el ruido, por lo general, es un sonido desagradable. Pero no tiene por qué. Eso no es siempre así. El ruido puede ser eufónico.
Mis silencios suenan a todo lo que me fluye por dentro, a todo lo que se me mueve y me mueve. Mis silencios me acompañan y me hacen bien. Son paliativos amigos que he aprendido a escuchar y a controlar.
Y el silencio también suena. Silencios como recuerdos sonoros. El silencio puede repiquetear, tintinear, taconear, patear, taladrar, silbar, tañer, tamborilear, repicar, teclear, aporrear, entrechocar, zapatear, fluir, gotear, salpicar...El silencio puede causar ruido. Dicen que el ruido, por lo general, es un sonido desagradable. Pero no tiene por qué. Eso no es siempre así. El ruido puede ser eufónico.
Mis silencios suenan a todo lo que me fluye por dentro, a todo lo que se me mueve y me mueve. Mis silencios me acompañan y me hacen bien. Son paliativos amigos que he aprendido a escuchar y a controlar.
Yo creo que ya sé cuáles son algunos de los sonidos que me acompañarán como recuerdos siempre que eche la vista atrás y piense en Nueva Zelanda.
Nueva Zelanda resonará siempre en mi cabeza a todas esas cosas y a nada. A silencio. A todos los silencios que me acompañaron, me acompañan y me acompañarán.
Nueva Zelanda resonará siempre en mi cabeza a todas esas cosas y a nada. A silencio. A todos los silencios que me acompañaron, me acompañan y me acompañarán.
El placer de tu guitarra no tiene igual.
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