Después de los capítulos del grano en el
culo y los hongos en las uñas de los pies, tengo el placer de presentaros el
nuevo capítulo: "¡ahora los hongos me invaden entera!".
Hace como dos semanas, o quizá algo más,
empezaron a salirme unos granitos rojos que se fueron convirtiendo en ronchas
que luego fueron abultándose. Pero yo, que nunca me he caracterizado por la
rapidez en la actuación cuando se trata de problemas de salud, dejé pasar el
tiempo. ¿Para qué ir al médico o a una farmacia pudiendo esperar a que las
ronchas me ocuparan toda la tripa y el pecho? Cuando empezaron a salirme por
los muslos, decidí que había que actuar. Fui a una farmacia y me dieron un
antihistamínico pensando que se trataba de una alergia. Cuando ya habían pasado
seis días y seguía exactamente igual o peor, escribí al seguro y me confirmaron
lo que me temía: no me cubría la consulta. Me puse a investigar y no encontré
consultas más baratas de $100, así que le mandé unas fotos a Vicente, el
hermano mayor de Miguel, que es médico, acompañadas de una explicación sobre la
evolución de mis nuevos amigos.
Él me dijo que si no era alergia (también
cabía la posibilidad de que fuera una alergia más fuerte de lo que el
antihistamínico podía resolver), entonces podían ser hongos. Al parecer aquí
son bastante normales. Mucha humedad…
Me dijo que tenía que darme una pomada que
pude conseguir sin receta, pero dado el grado de extensión, lo suyo era tomar
un antifúngico por vía oral también. Y ahí empezó lo divertido. A pesar de que
lo intenté de todas las maneras en diferentes farmacias (apelando al argumento
de autoridad “mi cuñado es médico”, intentando dar pena -“por favor, por favor,
no tengo dinero para ir al médico”- o haciéndome la que no sabía nada -“ah, ¿que
no puedo conseguir eso sin receta médica?”-), en todas me dieron con la puerta
en las narices. En ese momento, intentando evitar pagar un pastón a un médico
para que me hiciera una receta de lo que yo ya sabía que necesitaba, Miguel se
acordó de Julia, una española encantadora que nos invitó a cenar a su casa hará
como un mes (es la hermana del novio de una prima de Miguel y vive aquí hace
años porque está casada con un kiwi). Efectivamente, tenían un amigo médico que
me hizo la receta. ¡Premio!
Llevo cinco días tomándome las pastillas y
hoy, por fin, ha sido el primer día que he empezado a ver un cambio…pero me
parece que va demasiado lento.
A lo mejor Miguel acaba saliendo con un
champiñón. Yo estoy intentando evitarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario