Supongo que los años me han
endurecido, como a cualquier persona. Me imagino que es un proceso normal, nada
raro. Los conflictos, las desilusiones y los sueños frustrados, parte de la
vida de cualquiera, van marcando. Y vamos cambiando. Pero esos cambios no tienen
por qué ser a mal. Volverse más dura, que cueste más decir y sentir cosas
bonitas, desconfiar de los sentimientos, pensar que todo tiene fecha de
caducidad…nada de eso tiene por qué ser malo. Puede ser, simplemente,
inteligente. Y a pesar de todo eso, a pesar de que ahora ya no sea tan ilusa
como antaño, aunque ya no me creo las cosas como antes, ahora soy mucho más
feliz. Mucho más. Y no me importa equivocarme o apostar sin saber si voy a
ganar. Ahora sólo sé que quiero sonreír y hacer sonreír a mis personas
queridas, que es posible que cada vez sean menos, pero cada día son más
importantes. Os quiero. Vosotras y vosotros sabéis quiénes sois. Y sabéis
cuánto os necesito a mi lado, pero de la forma más positiva del mundo.
Miguel es, sin duda, lo mejor que
podía haberme pasado. Me siento libre y soy muy feliz. Su sonrisa por las
mañanas o las miradas de complicidad, sentir que me entiende entre dos millones
de personas que jamás serían capaces de comprender ni una miaja de lo que me
late...No me da miedo decir esto públicamente porque cualquiera que me viera,
podría saber que siento verdadero amor. Pero no amor del romántico, no. Amor del
de verdad, del que es, sobre todo, amistad. Amistad pura y auténtica.
Me gusta perderme contigo por las
calles de esta ciudad y me encanta soñar con los momentos en que continuaremos
viajando por el mundo. Está claro que el día que emprendimos este viaje
iniciamos un viaje sin retorno del que estoy muy orgullosa.
Hoy es nuestro día libre
conjunto. Hace ya una semana del último y hoy, de nuevo, volverá a ser
maravilloso. Aprovecharemos cada minuto.
El martes pasado descubrimos un
pequeño parque en el corazón de Auckland que a mí me enamoró. Primero estuvimos
tumbadxs en el puerto, sol en la cara. Después paseamos hasta ese parque que
tiene algo mágico que me cautivó. Mamá, estoy deseando llevarte. Ha empezado la
cuenta atrás. Ya estamos en abril. Nos quedan dieciocho días para vernos…
Después visitamos un cementerio
increíblemente especial. Me acordé de mi hermana (a la que echo de menos a
rabiar) porque le gustan los cementerios. No me extraña. Son lugares tranquilos.
Dan calma, dan paz. Era un cementerio antiquísimo. La lápida más moderna rezaba
que la persona que descansaría allí para siempre había pasado sus últimos días
en 1915. La mayoría de las sepulturas eran del s. XIX y apenas se podían leer. La
humedad de Auckland y, sobre todo, los años habían hecho estragos en ellas. Me encantó.
Magia.
Hoy seguiremos paseando. No sólo
paseamos por las calles, también nos paseamos nosotrxs. Sé que eso puede tener
mil lecturas. Las tiene todas.
Me encuentro en armonía.
Hay días que me canso mucho de la
rutina, del restaurante, de sentir que todos los días se parecen y que, en
cierto modo, vivo un poco en el futuro, deseando que llegue mi madre, deseando
viajar por Asia, deseando, deseando…Pero supongo que eso tampoco tiene por qué ser malo.
He aprendido a relajarme, a no
exigirme siempre más y más, a no juzgarme duramente si no soy siempre como quiero
y si no hago siempre las cosas como creo que deberían ser. Soy una persona más
tranquila. Estoy más en mí. Creo que estoy más en mí que nunca. Y eso que echo
de menos a mi madre y a mi hermana mucho. Y a Laura. Os echo de menos. Me fastidia
no estar en vuestro día a día, no estar viviendo con vosotras las cosas que os están
pasando y no poder tomarme una caña con vosotras o que nos riamos de cualquier
cosa. Carmen, de ti también me acuerdo mucho. Hay personas que van calando poco
a poco y un día están muy dentro sin que apenas te hayas dando cuenta de cómo
ha pasado.
Pero como ya he dicho más de una
vez, en el fondo no me preocupa. Sé que estáis ahí y vosotras ya sabéis dónde
estoy y que volveré para que nos dediquemos el tiempo que nos merecemos.
Me acuerdo también de mi amiga
Nita, que es una de las personas más dulces que conozco. Ella sí que da paz…Y
de mi querida Kalvi, a la que parece que descubrí tarde, pero de la que no
quiero separarme. Men, qué podría decir de ti…Amor es lo que me inspiras.
Me encanta sentir presentes
incluso a aquellas personas de las que no sé mucho y tengo que reconocer que me
está sorprendiendo cómo está comportándose la gente en mi ausencia. Gente a la
que esperaba cerca no está y gente de la que quizá no esperaba tanto, está
súper presente. Estar no es hablar todos los días, estar no es tener que dar el
parte. Estar es lo que vosotrxs ya sabéis. Alberto, eres genial y lo sabes.
Que no se sientan mal aquellas personas
que no han sido mencionadas en estas líneas. No es por nada. Tengo mi corazón
lleno de amor y a veces me acuerdo más de unas y otras veces recuerdo más a
otros. No es por nada. Supongo que son rachas. Pero mi madre y mi querida
hermana ocupan un lugar especial e irremplazable. El amor que siento por mi
hermana sólo ella puede entenderlo. Es quizá lo más especial que me ha pasado
nunca. Hay veces que no nos entendemos (bueno, desde que estamos lejos, eso no
pasa…), hay momentos en que no somos capaces de comprender comportamientos o
actitudes de la otra, pero me siento muy orgullosa de ella siempre y me encanta
que me haya tocado tan cerquita.
Os preguntaréis por qué estoy tan
amorosa. Buena pregunta. No lo sé. Me he levantado inspirada.
Uno de los mayores placeres de la
vida es escuchar a Miguel tocar la guitarra. Me calma y a la vez me inspira. Me recuerda todo lo que
quiero ser. Despertarme cada mañana y verle sonreír y que esas sonrisas muchas
veces vayan seguidas de notas…
Hoy estaba tumbada en la cama
escuchándole tocar y recordándome a mí misma todas las cosas que quiero hacer y
todos los sueños que quiero cumplir y de repente he sentido la imperiosa
necesidad de levantarme a escribir a toda velocidad. No tengo ni la más mínima
idea de lo que estoy poniendo. Ni me releo. Muy propio de mí. Sólo fluyo. Es como
si me resbalara por las teclas…
Ya sabéis que ya no estoy cabeza
abajo.
Los besos que os mando tienen la misma
fuerza que cuando los mandaba boca abajo.
Si me queréis, sonreíd. Estoy contenta.
Qué gusto da leerte, tía...Llevo un tiempo pensando lo que escribes en las primeras líneas y me sentía mal por serntirme así. Jo, pero ahora veo que a ti también y eso me tranquiliza. Me gusta un montòn leerte y tenerte ahí al lado, a milles de kilómetros. Sigue contenta, que me encanta.
ResponderEliminar