martes, 1 de abril de 2014

Todo el amor matutino

Supongo que los años me han endurecido, como a cualquier persona. Me imagino que es un proceso normal, nada raro. Los conflictos, las desilusiones y los sueños frustrados, parte de la vida de cualquiera, van marcando. Y vamos cambiando. Pero esos cambios no tienen por qué ser a mal. Volverse más dura, que cueste más decir y sentir cosas bonitas, desconfiar de los sentimientos, pensar que todo tiene fecha de caducidad…nada de eso tiene por qué ser malo. Puede ser, simplemente, inteligente. Y a pesar de todo eso, a pesar de que ahora ya no sea tan ilusa como antaño, aunque ya no me creo las cosas como antes, ahora soy mucho más feliz. Mucho más. Y no me importa equivocarme o apostar sin saber si voy a ganar. Ahora sólo sé que quiero sonreír y hacer sonreír a mis personas queridas, que es posible que cada vez sean menos, pero cada día son más importantes. Os quiero. Vosotras y vosotros sabéis quiénes sois. Y sabéis cuánto os necesito a mi lado, pero de la forma más positiva del mundo.
Miguel es, sin duda, lo mejor que podía haberme pasado. Me siento libre y soy muy feliz. Su sonrisa por las mañanas o las miradas de complicidad, sentir que me entiende entre dos millones de personas que jamás serían capaces de comprender ni una miaja de lo que me late...No me da miedo decir esto públicamente porque cualquiera que me viera, podría saber que siento verdadero amor. Pero no amor del romántico, no. Amor del de verdad, del que es, sobre todo, amistad. Amistad pura y auténtica.
Me gusta perderme contigo por las calles de esta ciudad y me encanta soñar con los momentos en que continuaremos viajando por el mundo. Está claro que el día que emprendimos este viaje iniciamos un viaje sin retorno del que estoy muy orgullosa.
Hoy es nuestro día libre conjunto. Hace ya una semana del último y hoy, de nuevo, volverá a ser maravilloso. Aprovecharemos cada minuto.
El martes pasado descubrimos un pequeño parque en el corazón de Auckland que a mí me enamoró. Primero estuvimos tumbadxs en el puerto, sol en la cara. Después paseamos hasta ese parque que tiene algo mágico que me cautivó. Mamá, estoy deseando llevarte. Ha empezado la cuenta atrás. Ya estamos en abril. Nos quedan dieciocho días para vernos…
Después visitamos un cementerio increíblemente especial. Me acordé de mi hermana (a la que echo de menos a rabiar) porque le gustan los cementerios. No me extraña. Son lugares tranquilos. Dan calma, dan paz. Era un cementerio antiquísimo. La lápida más moderna rezaba que la persona que descansaría allí para siempre había pasado sus últimos días en 1915. La mayoría de las sepulturas eran del s. XIX y apenas se podían leer. La humedad de Auckland y, sobre todo, los años habían hecho estragos en ellas. Me encantó. Magia.
Hoy seguiremos paseando. No sólo paseamos por las calles, también nos paseamos nosotrxs. Sé que eso puede tener mil lecturas. Las tiene todas.
Me encuentro en armonía.
Hay días que me canso mucho de la rutina, del restaurante, de sentir que todos los días se parecen y que, en cierto modo, vivo un poco en el futuro, deseando que llegue mi madre, deseando viajar por Asia, deseando, deseando…Pero supongo que eso tampoco tiene por qué ser malo.
He aprendido a relajarme, a no exigirme siempre más y más, a no juzgarme duramente si no soy siempre como quiero y si no hago siempre las cosas como creo que deberían ser. Soy una persona más tranquila. Estoy más en mí. Creo que estoy más en mí que nunca. Y eso que echo de menos a mi madre y a mi hermana mucho. Y a Laura. Os echo de menos. Me fastidia no estar en vuestro día a día, no estar viviendo con vosotras las cosas que os están pasando y no poder tomarme una caña con vosotras o que nos riamos de cualquier cosa. Carmen, de ti también me acuerdo mucho. Hay personas que van calando poco a poco y un día están muy dentro sin que apenas te hayas dando cuenta de cómo ha pasado.
Pero como ya he dicho más de una vez, en el fondo no me preocupa. Sé que estáis ahí y vosotras ya sabéis dónde estoy y que volveré para que nos dediquemos el tiempo que nos merecemos.
Me acuerdo también de mi amiga Nita, que es una de las personas más dulces que conozco. Ella sí que da paz…Y de mi querida Kalvi, a la que parece que descubrí tarde, pero de la que no quiero separarme. Men, qué podría decir de ti…Amor es lo que me inspiras.
Me encanta sentir presentes incluso a aquellas personas de las que no sé mucho y tengo que reconocer que me está sorprendiendo cómo está comportándose la gente en mi ausencia. Gente a la que esperaba cerca no está y gente de la que quizá no esperaba tanto, está súper presente. Estar no es hablar todos los días, estar no es tener que dar el parte. Estar es lo que vosotrxs ya sabéis. Alberto, eres genial y lo sabes.
Que no se sientan mal aquellas personas que no han sido mencionadas en estas líneas. No es por nada. Tengo mi corazón lleno de amor y a veces me acuerdo más de unas y otras veces recuerdo más a otros. No es por nada. Supongo que son rachas. Pero mi madre y mi querida hermana ocupan un lugar especial e irremplazable. El amor que siento por mi hermana sólo ella puede entenderlo. Es quizá lo más especial que me ha pasado nunca. Hay veces que no nos entendemos (bueno, desde que estamos lejos, eso no pasa…), hay momentos en que no somos capaces de comprender comportamientos o actitudes de la otra, pero me siento muy orgullosa de ella siempre y me encanta que me haya tocado tan cerquita.
Os preguntaréis por qué estoy tan amorosa. Buena pregunta. No lo sé. Me he levantado inspirada.
Uno de los mayores placeres de la vida es escuchar a Miguel tocar la guitarra. Me calma y  a la vez me inspira. Me recuerda todo lo que quiero ser. Despertarme cada mañana y verle sonreír y que esas sonrisas muchas veces vayan seguidas de notas…
Hoy estaba tumbada en la cama escuchándole tocar y recordándome a mí misma todas las cosas que quiero hacer y todos los sueños que quiero cumplir y de repente he sentido la imperiosa necesidad de levantarme a escribir a toda velocidad. No tengo ni la más mínima idea de lo que estoy poniendo. Ni me releo. Muy propio de mí. Sólo fluyo. Es como si me resbalara por las teclas…
Ya sabéis que ya no estoy cabeza abajo.
Los besos que os mando tienen la misma fuerza que cuando los mandaba boca abajo.
Si me queréis, sonreíd. Estoy contenta.


1 comentario:

  1. Qué gusto da leerte, tía...Llevo un tiempo pensando lo que escribes en las primeras líneas y me sentía mal por serntirme así. Jo, pero ahora veo que a ti también y eso me tranquiliza. Me gusta un montòn leerte y tenerte ahí al lado, a milles de kilómetros. Sigue contenta, que me encanta.

    ResponderEliminar