La distancia pone las cosas en su sitio...Todo se relativiza. Ayuda a ver las cosas con perspectiva, minimiza el dolor y mitiga las penas. Pero a veces también aprieta y hasta ahoga. Es extraño.
No siento pena por la soledad. Me encanta. No sólo no tengo ningún problema con ella sino que es una aliada. Siempre lo ha sido. Creo que es necesaria. Y entre otras cosas, como he venido aquí para encontrarme conmigo misma, me viene genial.
Pero de vez en cuando echo muchísimo de menos a mi madre. Puedo extrañar otras cosas, claro. Pero no como a mi madre.
La compra de su billete me hacía muchísima ilusión. Y ahora ya es un hecho, algo real y consumado. Tengo muchas ilusiones depositadas en ese momento. Es una especie de meta que me motiva y me da aliento.
Tener en el horizonte el reencuentro con mi madre me da energía, fuerza y ganas.
Tengo sueños, metas y proyectos y por eso estoy ilusionada. Soy feliz. Pero si a todo eso le sumamos el hecho de que faltan dos meses para volver a ver a mi madre, ya soy feliz como una perdiz (libre, no de las que luego la gente se come).
A ratos sueños despierta. Quiero seguir viajando, volar. Volar en todos los sentidos.
Me siento dueña de mi vida, me siento poderosa. Y a veces estoy tan cansada que me aburro momentáneamente de la rutina. Pero no, no no. Porque es rutina con un fin, con un objetivo.
Me imagino Asia. Y América. Y...alas, alas, alas.
La verdad es que me siento bien.
De vez en cuando me acuerdo de cuando llegamos. O de los días anteriores. O de los meses anteriores. Y me siento más ahí que aquí. De repente no me cuesta nada evocar los sentimientos de esos momentos. Me refiero a momentos en los que ya sabía que este viaje era seguro, pero no terminaba de creérmelo. A veces me sigue pasando. Y me gusta recordar esos sentimientos. No me gusta vivir sólo en el presente, con los pies demasiado pegados. Creo que es estúpido (poco inteligente, digamos) vivir en el pasado y/o en el futuro cuando eso te hace daño y cuando lo haces porque extrañas cosas de antaño o sólo puedes pensar en lo que vendrá. Pero creo que puede ser interesante ir para adelante o para detrás con la cabecita cuando sabes dónde estás y estás contenta con ello. Es una forma de divertirse, creo. Disfrutar con la evolución, con el cambio. Y entenderlo.
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