domingo, 29 de diciembre de 2013

Pequeños (y espero que divertidos) detalles


Ayer me poseí buscando trabajo. Es probable que escribiera a todas las empresas afincadas en Auckland y alrededores y es probable que, incluso, inventara alguna para poder mandarle mi currículum (nunca sé si poner la tilde a esta palabra porque es una palabra en latín y, en ese caso, no debería llevarla; pero como es una palabra esdrújula…Así empiezo el día, con las pilas cargadas).
Como decía, me poseí. Y las posesiones siempre tienen consecuencias. Si no, preguntadle a la niña del exorcista…En mi caso, el problema derivado de la posesión ha sido una mega contractura que me afecta al cuello entero. Estoy jodida. Me tiré más de dos horas sentada en el sillón con el ordenador en las piernas (estupenda postura, soy muy lista) mandando mi currículum como si estuviera poseída por el espíritu del trabajo. Unas personas se poseen por el espíritu de la Navidad y otras…otras hacemos lo que podemos.
El caso es que he sembrado tanto que espero recoger un campo enorme. Llegará el lunes, habré recibido tres emails y dos de ellos serán trabajos-basura, estafas o spam y me deprimiré. Pero ahora mismo estoy súper orgullosa de mí aunque me duela el cuello como si me hubiera tirado toda la noche haciendo el pino-puente (anda, mira, será cosa de las posesiones).
Mi especial interés, como ya sabéis, es encontrar un trabajo como profesora de español. Escribí a varias academias y a un colegio que busca una profesora de español, pero desde varios sitios me llegaron correos automáticos diciendo que están cerrados hasta no sé cuándo (suelen ser fechas a mediados de enero). Hace unos días, le dije a Miguel que qué en serio se tomaba esta gente la Navidad (todo el mundo unas pedazo vacaciones…) y luego me di cuenta, claro, de que además de Navidad, también es verano (¡un aplauso para mí!). De ahí las megavacaciones. Esta gente también tiene derecho a irse a la playa, digo yo. Ya si luego deciden no salir de sus coches…eso es cosa suya. Yo no soy quién para juzgar a nadie.

La última entrada fue un poco a lo loco. Sentía que tenía muchas cosas que contar y la redacté tipo telegrama-crónica. A veces me agobia un poco tener que contar muchas cosas porque, pretendiendo contarlas todas y no queriendo extenderme demasiado, parece que simplemente las enumero. Por eso he decidido volver a escribir hoy. Para poder escribir tranquilamente sobre tonterías y contar anécdotas estúpidas y detalles insignificantes. Vamos, lo que a mí me gusta, ya sabéis.
No sé qué os apetece leer, pero aquí va una retahíla de pormenores, pequeños datos y pinceladas de cómo es nuestra vida en New Zealand.
Me siguen sorprendiendo algunas cosas que son diferentes a España y que quizá a otra persona le pasarían desapercibidas o no le resultarían demasiado importantes: por ejemplo, aquí el cambio se redondea en todas partes. Si tienes que pagar 15.72 (recordad que ponen puntos, no comas), te cobrarán 15.70. Pero si, por el contrario, la cuenta son 15.78, pagarás 15.80. Práctico, ¿no?
Otra curiosidad es que aquí, cuando terminan las películas en la televisión, ponen todos los créditos. He dicho TODOS los créditos. No sé si alguna vez habéis visto todos los créditos de una película…Sí, duran mucho. Mucho. Pues eso.
Parece que esta gente tiene una pequeña obsesión con las “razas” (¿qué es eso? Mí no saber…La agrupación en razas humanas no está exenta de polémicas que cuestionan su uso; incluso lxs antropólogxs especialistas no se han puesto de acuerdo sobre la existencia misma de las razas humanas, pues muchxs sostienen que la especie humana no tiene razas). Pero sí, sí. Aquí hablan de razas. No se me ha ido la olla. Por ejemplo, cuando nos hicimos socixs de la biblioteca, entre los datos que teníamos que rellenar, uno era “race” (or something like that). Daba opciones como “maorí”, “asiático de no sé dónde”, “asiático de no sé qué otra parte”…
Una curiosidad bien relacionada con estos desplegables para rellenar cosas absurdas es la que le sucedió a Miguel hace unos días aplicando para un trabajo online (¡MIERDA! Ya digo “aplicar” traduciendo literalmente el “apply for a job”; la de veces que me he metido con la gente que lo hace…pero bueno, yo lo hago siendo consciente de que lo hago; puedo evitarlo si lo deseo). Como digo, estaba Miguel aplicando para un trabajo y en el desplegable de país de procedencia salía España, pero también salían el País Vasco y Cataluña. Eso justifica lo que nos pasó el segundo día aquí, cosa que entonces no supimos entender o a la que no supimos darle la importancia que tenía. Pidiéndole un adaptador para los enchufes al recepcionista del primer hostel, nos preguntó  que de dónde éramos, que si éramos de Cataluña. No sé muy bien cómo salió la cosa, pero vino a decirnos que lo preguntaba por los enchufes. No le entendíamos muy bien porque lo que decía era raro, claro, pero nos estaba diciendo que en Cataluña usan enchufes diferentes (lo medio afirmaba, medio preguntaba). Llegamos a creer que nos estaba vacilando. La cuestión es que ahora, después de haber visto lo que os cuento, entendemos que debe ser que aquí hay gente que no sabe si Cataluña y el País Vasco son países independientes y creen que son tan diferentes que hasta usan enchufes diferentes. Mira tú.

Bueno, no querríamos preocupar a nadie, pero la idea de que estamos de Erasmus (es cosa de  Miguel, no termina de entender que no tenemos ninguna beca -bien, ya, ya sé que ahora tampoco la tendríamos aunque estuviéramos de Erasmus de verdad-) empieza a írsenos de las manos. ¿Por qué? Porque creo que hemos bebido prácticamente todos los días desde que llegamos. Siempre digo que voy a subir fotos y luego nunca lo hago porque me da pereza, pero la colección de botellas de vino que adorna nuestra casa bien merecería una buena foto. Miguel se ha vuelto artista (a ver, no, ya sé que siempre lo ha sido, pero ahora le ha dado por el arte moderno) y está haciendo una escultura con rollos de papel higiénico acabados junto a las botellas de vino vacías. Quiere convencerme de que es hermoso ver cómo la luz que entra por la ventana atraviesa los vidrios de las botellas, pero por otro lado sabe perfectamente que es postureo. Sólo busca la aprobación de nuestro futuro grupo de amigas y amigos cuando, al entrar en casa, puedan apreciar lo bien que se nos da levantar el codo. Y sí, he dicho “futuro grupo”. Por más que Miguel se empeñe…no, no tenemos amigxs. Yo ya tengo amiguitas y amiguitos del trabajo, pero él no. Miguel, no tienes amigxs. Asúmelo. Sigues teniendo amigas y amigos en Madrid, pero aquí no. Skip no es un amigo.
Y hablando de amistad, os diré que al final tengo que trabajar en Nochevieja, pero luego podremos celebrar la entrada en el nuevo año con esas amiguitas y amiguitos a lxs que aludo. Le he dicho a Miguel que se venga a cenar conmigo al trabajo porque no quiero que se quede solo (a mí la Nochebuena me toca un pie, paso del Señor; pero la Nochevieja me hace gracia porque se cambia de año y a mí eso de las fechas me presta, como dirían en Asturias). Ya veremos cómo nos lo montamos.

Bueno, he de decir que Miguel, a pesar de no tener amigxs, ya domina el inglés. El otro día, por ejemplo, cuando vinieron a traernos el router, demostró su dominio de la lengua de Shakespeare. Llamaron a la puerta y como no esperábamos a nadie, nos extrañó. El caso es que Miguel dijo algo entre “Who are you?(¿Quién eres?) y “How are you?” (¿Cómo estás?). Yo soy de la teoría de que dijo “How are you?” queriendo decir “Who are you?”. Los nervios, el momentazo de que llamaban a la puerta…pero eso es lo de menos. Lo surrealista es que el tipo del router, entendiendo “How are you?”, vio muy normal que le preguntaran “¿cómo estás?” con la puerta cerrada y, ni corto ni perezoso, contestó “Fine, thank you, and you?” (Bien, gracias, ¿y tú?). Ridículo. No sé si os lo imagináis, pero yo estuve meándome diez minutos.
Esta anécdota me sirve para ir terminando esta entrada con un enorme GRACIAS dedicado a Miguel y a su amigo Pablo por su infinita paciencia. Después de la odisea que ha sido conseguir que nos trajeran el router (casi una semana escribiéndonos con el tío de la empresa, un pequeño inútil sobre el que no querría hablar), cuando al fin llegó, resulta que no funcionaba. Pues bien, mientras yo me iba de parranda con mis amiguitas y amiguitos (véase la entrada anterior -¿o es la anterior a la anterior?-), Miguel dedicó nosécuántashoras a solucionar el problema, ayudado vía WhatsApp por su amigo Pablo. Inestimable ayuda y gran paciencia la de ambos. No sabría explicaros cuál era, finalmente, el problema. Pero creo que os importa una mierda y yo no tengo ni idea. Como mi ayuda no habría servido de nada, pensé que era mejor emborracharme.
A ver, no. No. Que no sé qué vais a pensar…Yo me fui a la fiesta de mi trabajo y a eso de las 12 y pico volví a casa porque no tenía batería en el móvil y quería preguntarte a Miguel si le apetecía venirse un poco, me lo encontré con ese percal, me dijo que tenía que terminarlo, quedé en llamarle en media hora desde el móvil de una compañera para ver si se apuntaba después, cuando le llamé me dijo que seguía liado y que no me preocupara y yo no me preocupé. Fin. No soy una mala novia, ni una mala persona. Sólo soy una inútil tecnológicamente hablando.
Creo que he sabido justificarme bien.
Ahora voy a ver si empiezo el día dándome una ducha con agua bien caliente que me alivie un poco este tormento que tengo por cuello. Sé que el tiempo que he dedicado a esta entrada no ha sido lo mejor para mi nuevo cuello modelo collarín, pero tenía que escribiros…
(Este último párrafo es un añadido posterior: sólo quiero que sepáis que Blogspot me la ha jugado (no entraré en detalles) y he tenido que volver a copiar, letra por letra, casi toda la entrada. Creo que me voy directa a urgencias a que me corten el cuello).
Besos (boca abajo, como siempre, pero con mucho dolor de cuello).

viernes, 27 de diciembre de 2013

Un montón de cosas

Sé que me echabais de menos, no digáis que no. Pero ya estoy aquí de nuevo con un montón de cosas que contar. De hecho, voy a intentar organizarme mentalmente para que esto tenga un poco de sentido…
Los últimos días no hemos estado en casa. Por eso no he escrito nada. “¿Y por qué no habéis estado en casa?” os preguntaréis. Habrá quien piense incluso algo así como “uy, qué gente más fresca”. Pero es que es Navidad, claro. Y estábamos celebrándolo. No. Ya en serio. Hemos estado con Litos y Becks (unxs maravillosxs amigxs de Miguel) en casa de Becks. Como esto lo lee gente muy diferente, tengo que explicarme bien para que todo el mundo pueda seguirme. Perdonadme quienes ya sabéis lo que voy a contar ahora. Litos es un amigo de Miguel de Villa que toca en su grupo. Hace unos años estuvo un tiempo viviendo en Londres y allí conoció a Becks, la que hoy es su mujer. Ella es neozelandesa y aunque viven en España, han venido a pasar las navidades con la familia de Becks y a celebrar aquí su boda. Supongo que la mayoría recordaréis la boda a la que fui en agosto en Toledo, ¿no? Pues era la boda de Litos y Becks.
Como digo, hemos pasado con ellxs los últimos días. El plan era irnos a pasar la Nochebuena a casa de la familia de Becks (viven en Raglan, una ciudad a unas dos horas y pico de Auckland), pero el día 24 nos encontramos con que no había billetes para llegar allí…así que por un momento pareció que nos quedábamos sin verlxs, pero aquí empieza el cúmulo de cosas maravillosas que han hecho por nosotrxs: ¡¡vinieron a buscarnos a Auckland!! Esta entrada va a ser en gran parte, como ahora comprenderéis, una oda a Litos, Becks y la familia de Becks. No podéis llegar a imaginaros lo bien que nos han tratado…Amazing!
La noche del 24 cenamos en casa de Becks con ella, Litos, la hermana de Becks (¡genial!) y sus padres (una cosa es ser hospitalarixs y otra cosa ya es lo de esta gente). Al parecer, aquí la Nochebuena no es demasiado importante. No se celebra mucho. El día importante es el 25, la comida de Navidad. Ese día vinieron a comer más amigxs y familia: el hermano de Becks con su mujer, su hija y su hijo; sus abuelos paternos; un matrimonio amigo de la familia…en definitiva, ¡un montón de gente!
El sitio donde viven es una pasada. Tienen una casa genial que construyó el padre de Becks a unos 2 km de Raglan en un entorno alucinante: verde, verde y más verde. ¡Muy bonito! El día 26 fuimos a una cascada que hay cerca que es increíble. Sí, sí. Sé que queréis fotos...¡Pronto, pronto!
Hemos comido y bebido un montón, nos han tratado increíblemente bien, han sido súper simpáticxs y cariñosxs, han hecho lo imposible y nos han tratado como si nos conocieran de toda la vida a pesar de la traba del idioma. Miguel ha vuelto muy motivado, yo menos. Me explico: me ha frustrado un poquito no entenderlxs…Se me ha hecho muy complicado. Si me hablaban a mí, despacio y sobre cosas simples, sí. Pero cuando hablaban entre ellxs…¡puff! Igual por el contexto o por palabras sueltas…era capaz de enterarme de qué hablaban. Pero no mucho más. Creo que esto va a ser más complicado de lo que pudiera parecer.
El día 26 de diciembre aquí también es fiesta nacional. Lo llaman Boxing day y todo está cerrado igual que el día 25. Nos fuimos a un festival de reggae al que también nos han invitado (como a todo, somos unxs tristes muertxs de hambre y ellxs una gente generosa). Los conciertos eran en un sitio llamando Waihi Beach en la costa este (Raglan está en la cosa oeste), también como a unas dos horas de Auckland, pero a la misma distancia de Raglan (vaya, que hemos hecho un triángulo en viajes: Auckland-Raglan-Waihi Beach-Auckland). Nos lo pasamos muy bien y después dormimos en un bungaló que alquilaron cerca del festival. Esta mañana cuando nos hemos levantado, hemos vuelto a Auckland, donde me encuentro ahora escribiendo estas líneas.
Creo que es importante hablar sobre la revelación que tuve ayer por la noche cuando volvimos de los conciertos. Becks y su hermana charlaban animadamente en el jardincito, supongo que muy contentas de estar juntas y dejando claro que tienen una muy buena relación, cuando yo me di cuenta de algo importante. Lo vi más claro que nunca. Lo vi clarísimo: no podría vivir lejos de mi hermana demasiado tiempo. No podría vivir lejos de mi hermana sabiendo que no es algo temporal. Antes de ayer pude hablar con ella un buen rato por el Line y me dio una sensación rara en el estómago al pensar que me hacía un resumen de su vida. Nos escribimos mucho, nos mantenemos al día, pero oír su voz me emocionó, me quedé un poco helada y no sabía bien por qué. Repito: anoche me di cuenta. No podría vivir lejos de mi hermana. No por mucho tiempo. No soportaría no estar ahí cuando le pasen cosas importantes de las que hablar. O tonterías. Cuando tenga que salir. O entrar. O llorar. O reír. O…o…o…nonono. No puedo estar lejos de ti, Silvia. No quiero saber de ti desde la distancia. Quiero estar en tu vida, vivirla contigo, ser parte activa de ella.
Pero bueno, sigo con lo que os contaba: ellxs han venido a Auckland a recoger a una amiga que aterriza aquí y que viene para la boda, así que hoy dormirán en casa y mañana se van muy temprano a buscarla al aeropuerto.
Como he empezado por lo más actual, por lo último que ha sucedido, ahora he de ir retrocediendo en el tiempo. Si mal no recuerdo, me quedé en que tenía que hacer otra prueba más en el restaurante, ¿no? Pues bien, la cosa es la siguiente: cuentan conmigo, pero para el poco trabajo que hay. Eso quiere decir que no trabajaré demasiado. Esta semana, sin ir más lejos, se suponía que tenía que trabajar viernes (hoy), sábado y domingo, pero me han mandado un sms esta mañana para decirme que al final no hacía falta que fuera hoy. Por un lado me ha fastidiado, porque necesito el dinero; pero por otro, como venía cansada del viaje y están aquí Litos, Becks y su hermana, si no trabajo, puedo pasar la tarde con ellxs. Ahora están en el acuario y Miguel y yo nos hemos quedado aquí comiendo y descansando, pero volverán en un rato y me apetece estar con ellxs porque mañana se van temprano y ya no lxs veré hasta el día 4, que celebran la "boda".
Como contaba, fui el domingo a la prueba y Mark, el jefe, me dijo que volviera el lunes para la hora de las comidas. Trabajé de 12 a 2 y Ludmila, la manager (aquí llaman “manager” a todo; en España diría la encargada) me dijo que esa tarde-noche hacían una staff-party por Navidad. Me dijo que me pasara un rato y, sinceramente, cuando llegó la hora de ir para allá, como estaba cansada, me daba un poco de pereza. Pero aún así hice el esfuerzo por ver a mis compañeras y compañeros y porque había quedado con una de mis compañeras, que es italiana (ya os he hablado de ella, se llama Sara). No sé si he explicado ya dónde está el restaurante. Es una cosa curiosa. Eran unos antiguos establos y ahora todos los restaurantes ocupan las paredes que cerrarían el antiguo establo y el centro está lleno de mesas compartidas. Eso quiere decir que la gente pide donde quiere (en cualquier restaurante) y se sienta donde más le apetece. En la fiesta no sólo estaba la gente de mi restaurante, sino que había gente de todos los locales, así que éramos un montón.
Bueno, pues ahora llega la parte predecible…A pesar de que estaba cansada y aunque tenía el cuerpo hecho polvo, se me hizo un poco tarde…Puedo decir que estoy oficialmente dentro. Jaja... Cuando llegó el momento de marcharse de los establos, a eso de las 12, ya se había hecho un grupo bastante animado de gente que quería continuar. Hay que decir que la mayoría eran latinxs, pero la presencia de la italiana (que se marchó pronto) y de dos brasileños muy simpáticos nos obligaba a hablar en inglés. Fuimos a un bar en el que no estuvimos demasiado rato y luego Isaac, un mexicano bien majo, nos propuso ir al backpackers (literalmente, “mochileros”, es un hostel barato) donde trabaja de recepcionista. Allí estuve hablando con unas y con otros y poco a poco la gente se fue yendo. Al final quedábamos Isaac, otro chico mexicano, un chileno, un argentino y yo. Y con ellos que se me hizo de día allí. La verdad es que me lo pasé muy bien, fueron resimpáticos y hablamos de un montón de cosas. Como todos están aquí sin familias, celebraban allí la Nochebuena en amor y compañía y me invitaron a que fuera con Miguel, pero como nos íbamos con Litos y Becks...Cuando al día siguiente creímos que no íbamos a conseguir llegar a casa de Becks, le dije a Miguel que podíamos irnos allí. En Nochevieja también se reunirán. Al parecer, la idea es que cada cual lleva comida de su lugar de origen y se echan unas risas y unas cervecitas. Así que lo mismo empezamos el año allí. Si no, mi compañera italiana, que vive con su novio (también italiano) y con dos japonesas, me ha dicho que podemos apuntarnos con ellxs, así que ya os contaré. De momento, sólo quiero recordaros que empezaremos 2014 antes que nadie en el mundo.

No hay novedades sobre trabajos, pero sí puedo decir y digo que hemos contratado nuestro móvil con la jodida peor compañía de New Zealand. ¿Por qué? Porque hemos estado sin cobertura los tres días que hemos estado fuera de Auckland. Esperemos que no nos hayan llamado porque tampoco recibimos sms de llamadas perdidas, así que si alguien nos ha llamado, no sólo no hemos recibido la llamada sino que tampoco podríamos devolverla…Sin comentarios. Supongo que los días 25 y 26 no nos habrá llamado nadie (fiestas nacionales), pero hoy 27 hemos conseguido tener cobertura a las 12 y pico de la mañana, así que…

A decir verdad, tengo la impresión de que me dejo un montón de cosas por contar, pero supongo que serán detalles pequeños, cositas sin demasiada importancia, esas cosas que tanto me gusta compartir. Yo qué sé…por ejemplo…que Miguel vive obsesionado con abrir el buzón (¡ABUELA, HOY HE RECIBIDO TU CARTA!) o que le encanta ver Maori Television, un canal que no es especialmente interesante según mi punto de vista.
Ya me conocéis, podría tirarme un buen rato compartiendo chorradas, pero creo que es mejor que vaya a despertar a Miguel para hacer la compra, eso que tanto nos gusta.
Espero que estéis pasando unos días maravillosos, pero no menos que el resto del año. Comed, bebed, reíd, disfrutad y brindad a nuestra salud. Nosotrxs lo haremos a la vuestra.
Muchos besos

domingo, 22 de diciembre de 2013

Un poco de todo

Nuestra vida neozelandesa va tomando forma. Seguimos sin trabajo, pero ya estamos en ello a tope. Ayer por la tarde dejamos nuestro currículum en unos cuantos hoteles. Tuvimos que rellenar formularios eternos y prácticamente iguales en todos ellos para poder dejar el CV. Pero lo conseguimos. Algunos de los hoteles de mayor postín, como diría mi abuela, ya tienen nuestro currículum.
Mañana domingo tengo que ir de nuevo al restaurante español. Me ha dicho Mark, el jefe, que es para otra prueba y que, dependiendo de ella, me dirá cuántas horas voy a trabajar. Pero me ha dicho que serán unas 20 horas semanales y que me va a pagar $13 la hora. No sé si piensa hacerme contrato. Si va a hacérmelo, no puede pagarme 13 dólares porque aquí el mínimo son 13,75. A esos 13,75 le quitan los GST, las tasas, que creo que andan por el 15%.
En cualquier caso, como comprenderéis, no me vale con un trabajo de 20 horas semanales. Se supone que eso sería al principio, pero entiendo que igual luego son más horas. De todos modos, yo casi prefiero tener dos trabajos diferentes para que no se me haga tan pesado, así que estoy buscando otra cosa mientras…
El lunes empiezo las clases de español con mi primer alumno y después de la decepción de la academia, he decidido que he de seguir buscando otras academias. Quiero trabajar de profesora de español y voy a hacer todo lo que pueda para ello.
Miguel fue antes de ayer a hacer una prueba en un restaurante como dishwasher (fregando platos, vaya) y fue horrible. El sitio era asqueroso, el ambiente bastante desagradable y el trabajo, durísimo. Vino hecho polvo (física y psicológicamente) y yo puedo afirmar y afirmo que tengo un churri que es un valiente. Aguantó el tipo hasta el final y llegó a casa reventado, pero seguro de que puede hacer lo que se proponga. Ahora bien, no hemos venido aquí a sufrir. Está claro que a veces hay que pasarlo mal, que la vida es así. Pero no más de lo necesario, ¿no? Así que al día siguiente se plantó allí y le dijo al tipo que no le interesaba el trabajo porque es demasiado duro. Le pidió que le pagara por las siete horas (horazas, diría yo) que había trabajado el día anterior, pero el tío le dijo que el día de prueba no se paga a no ser que te quedes. A mí me parece un morro increíble, pero al parecer aquí las cosas funcionan así. El encargado le dijo que como era una prueba, él podía haberse ido cuando hubiera querido. Pero cuando Miguel le dijo que había trabajado siete horas muy duras, el tío le propuso que vuelva el lunes a ver si consigue que le paguen algo. El encargado no es, según él mismo le explicó, quien puede tomar esa decisión. Pero se mostró amable y le dijo que iba a intentar hacer lo que pudiera, así que el lunes volverá a ver si le pagan algo por la paliza que se metió.
Cuando le vi aparecer por la puerta, con una cara que no sabría bien cómo describir (mezcla de pena, tristeza, hastío y frustración) y oliendo a pescado que no os imagináis, se me cayó el alma a los pies. Insisto: no hemos venido aquí a esto.
Cuando Miguel fue a hablar con el encargado para decirle que no seguía, habló con un chileno que el día anterior no había estado. Éste le dijo que se marchara de allí cuanto antes, que no se quedara con ese trabajo, que era horrible y que le iban a explotar. Le dijo que aquí hay trabajo de sobra y que ese era el peor que podía coger. Estas palabras ayudaron a Miguel, pues todavía se sentía un poco inseguro con respecto a su decisión. No sabía si hacía bien dejando pasar ese trabajo a pesar de que en el fondo sentía que no podría aguantarlo mucho tiempo. Yo al principio era de la idea de aguantar el tipo como podamos donde podamos, pero ahora tengo claro que no es eso lo que hemos venido a hacer. No tenemos ninguna necesidad de sufrir más de lo justo y necesario para crecer como personas y para hacer de esta aventura una oportunidad de aprender. No vamos a fregar la mierda de nadie mientras nos gritan o nos tratan mal. No.
Ahora más que nunca siento que es fundamental que estamos lxs dos juntxs. Creo que es importante que Miguel sienta mi apoyo y yo me siento muy reconfortada sintiendo el suyo. Estamos juntxs en esto y siempre vamos a salir airosxs. Unas palabras amigas, un abrazo y una sonrisa ayudan cuando hay pequeños momentos de bajón. Pero la verdad es que la mayor parte del tiempo estamos felices. Nos reímos un montón y tenemos muchas ganas, fuerza, energía e ilusión.

El otro día os contaba que al día siguiente tenía dos citas en dos agencias diferentes para trabajar de au-pair. Pues bien, esas entrevistas ya se han dado. En ambas me han dicho, básicamente, que hasta que no pase la navidad…la cosa está complicada. Se van de vacaciones  y en la oficina no queda ni Pirri. Pero la de la primera agencia me dio más esperanzas que la de la segunda. Esta última me dijo que las condiciones de mi visado (no puedo trabajar más de seis meses en el año y no más de tres meses para el mismo empleador) no son las más idóneas para trabajar de au-pair, puesto que la gente quiere una continuidad mayor.
La de la primera agencia sí que me dijo que igual podrían encontrarme algo, así que quedo un poco a la espera sabiendo que puede alargarse.
Ambas fueron muy amables y con las dos hablé de otras cosas cuando terminamos la entrevista. A las dos les dije que mi inglés es bastante malo y que eso me hace sentirme un poco insegura y tanto una como la otra me dijeron que no, que me defendía bien. La de la primera agencia, que fue con la que más hablé, me animó un montón.
Le comentaba ayer por la tarde a Miguel que creo que ya he superado la barrera de la colisión mental y que si ahora no puedo hablar, ya no es por miedo sino porque de verdad no me da para más. Pero ya no me da vergüenza intentar hacerme entender. A veces sigo quedándome bastante bloqueada, pero siento que he avanzado bastante en ese sentido. Supongo que es cuestión de supervivencia. Son tantas las ocasiones en las que he necesitado hablar y hacerme entender que no me ha quedado más remedio que hacerlo como he podido.
La verdad es que estoy alucinando con Miguel. Es un jodido valiente. No había estudiado nada de inglés desde que terminó el instituto y aquí está, contra viento y marea, haciéndose entender y enterándose de mucho más de lo que habría sido capaz yo en su misma situación.  A veces se frustra un poquito, pero en esos momentos yo le recuerdo que mi nivel es ínfimamente superior al suyo a pesar de que yo he hecho unas cuantas cosas en los últimos años. No es que yo haya hecho la hostia de cosas, pero estuve un mes en Londres yendo a clase cinco horas diarias, he podido disfrutar de dos becas de cuarenta horas cada una, este año he aprobado 4º en la Escuela de Idiomas y el año del máster de la Complutense estuve estudiando inglés en el CSIM, el Centro Superior de Idiomas Modernos de la Complutense. E, insisto, no me defiendo mucho mejor que él. Creo que yo debería hacerlo mucho mejor de lo que lo hago para lo que se supone que sé. Pero es la historia de siempre. En España nos enseñan gramática, nos obligan a estudiar como si nos estuviéramos aprendiendo la lista de los reyes godos y nadie nos habla en inglés ni nos hace hablar. Así, cuando llegas a la vida real, puedes meterte la lista de verbos irregulares por donde mejor te quepa. Sólo el contacto con el mundo real sirve para aprender, para mejorar y para, en definitiva, poder decir que has aprendido inglés.

Estamos a punto de tener conexión a Internet en casa y en ese momento podremos conectarnos cuando queramos y donde queramos, dejaremos de depender de una red abierta que nadie sabe de dónde viene y adónde va. Y con este dato comienza el momento de las anécdotas chorra. Esta vez tengo una cuantas…
Para empezar, querría manifestar el desconcierto que me produce la afición de esta gente: se disfrazan para salir los fines de semana. Los viernes y los sábados puede verse gente disfrazada por todas partes desde las cinco de la tarde (hora a la que ya están dándolo todo). Los disfraces van desde lo más selecto y currado hasta lo más cutre o simple. Puede valer, por qué no, una simple máscara a la veneciana. El otro día, por ejemplo, llevaba caminando a mi lado a un tío que llevaba una de esas máscaras como si nada. Iba tan serio, se paraba en los semáforos a esperar como ciudadano ejemplar y su semblante, su actitud o su postura no parecían denotar que se percataba de la máscara que llevaba sobre sus gafas. Súper serio.

El otro día volvió a sonar la alarma de incendios. Si la primera vez me puso algo nerviosa, en esta segunda ocasión ya me lo tomé con toda la calma. Estaba lavándome los dientes y terminé de hacerlo, me calcé, me preparé y a la calle que fuimos a reunirnos de nuevo con el vecindario. Era la 1:30 de la madrugada y la gente salía bostezando, en pijama, como si no pasara nada. Siguió bajando gente hasta diez minutos después de que lo hiciéramos nosotrxs, que tampoco fuimos lxs más rápidxs del edificio…Como un día haya un incendio, mueren calcinados la mitad de los habitantes del bloque. Yo misma creo que voy a quedarme durmiendo la próxima vez que suene. Un día nos pasará como le pasó a Pedro con el lobo (toma cuento especista que sataniza al pobre lobo).
Hay que tener en cuenta que el edificio tiene doce plantas y cuando suena la alarma, obviamente, no pueden usarse los ascensores. Así que la gente baja con calma, paz y sosiego. Nosotrxs vivimos en el primero. Por eso podemos llegar más o menos rápido a la calle…

Otra anécdota digna de ser contada es la siguiente: una mañana hace tres o cuatro días me encontraba yo en la cama tranquilamente, medio despierta y haciendo pereza, mientras Miguel hablaba en el patio con su hermano Vicente cuando sonó la puerta. Alguien llamó tocando suavemente la puerta con los nudillos. Como estaba medio dormida, tardé un poco en reaccionar. Me estaba levantando cuando sonó por segunda vez, pero ya no me dio tiempo a abrir, porque la puerta se abrió sola…y apareció ante mí, que estaba en bragas y empanada, el tío de la inmobiliaria. Me pidió perdón y se puso a hablarme, pero no me enteré de la mitad. Todo sucedió rapidísimo y cuando quise reaccionar, el tío ya había cerrado la puerta. Luego mandamos un email a la mujer de la inmobiliaria (Mari Carmen para nosotrxs, Wendy según su partida de nacimiento) y nos pidió perdón, nos explicó que se les habían mezclado todas las llaves del edificio y que el bueno de Deniss (el calvo que me vio en bragas) estaba intentando reorganizar su manojo de keys.
Como no podría ser de otro modo, cuando salí al patio para contárselo a Miguel, dijimos el “al blog que va” que decimos con cierta asiduidad.

Os contaba el otro día que ya tenemos carnet de la biblioteca, pero entonces no sabíamos todavía que aquí las bibliotecas cobran. No cobran por todo y los precios no son muy elevados, pero cobran. Hay que pagar por llevarse DVDs, música, best seller y alguna cosa más. Creo que los libros mundanos son gratis. Si te retrasas en la devolución, no pasa como en España (por cada día de retraso tienes dos de penalización, no puedes usar el carnet). Si te retrasas, digo, te cobran. Y punto pelota.
Al fin hemos conseguido alquilar El Hobbit (creo que ya contaba en otra entrada que queríamos verla en versión original para prepararnos para ir al cine a ver la segunda, que no tendrá subtítulos ni tendrá na, ahí, a lo loco). Hemos hallado un videoclub no demasiado lejos de casa y antes de ayer la alquilé. Anoche empezamos a verla y sucedió la tragedia. ¡ME DORMÍ! No sé qué me pasa. No lo entiendo. Jamás (JAMÁS) me he dormido viendo películas. Y me cae mal la gente que se duerme viendo películas. Pues bien, en los últimos tiempos me he dormido viendo tres películas. TRES. TRES. Y siempre con Miguel. ¿Cuál es el resultado? Que no me cree cuando le digo que no sólo no me había pasado en la vida sino que me cae mal la gente que lo hace. Sí. Ahora me caigo mal a mí misma. La vida es dura.
Mamá, Silvia, por favor, decidle a Miguel lo que he pensado siempre de la gente que se duerme delante de la tele…y decidle cuántas veces me habéis visto vosotras caer ante una película…
No sé qué me pasa. No sé qué me pasa. Algo no va bien.
Me pasé la mitad de la película dando cabezadas ridículas que me ponían de mala hostia. No debí estar dormida más de cinco minutos seguidos ni una vez. Y cuando ya no podía más y me reconocí a mí misma que lo que estaba haciendo no tenía sentido, me levanté, fui al baño, meé, reflexioné y volví diciendo muy convencida “me voy a la cama, esto no tiene sentido, mañana termino de verla” y Miguel me contestó “ya ha terminado”. Bueno, bueno, bueno…¡qué mala hostia me entró! Me fui a la cama y me desvelé (cinco minutos).
Hoy he amanecido fresca como una lechuguilla, pero deseando ver terminar la película…

sábado, 21 de diciembre de 2013

Hoy le dedico la entrada al gobierno de Mariano Rajoy

Es increíble cómo puede el PP enturbiar un día que podía haber sido idílico. Pensaréis que se me ha ido la cabeza del todo, pero esto tiene una explicación.
Llevo varios días sin escribir en el blog y anoche cuando me acosté, lo hice pensando que hoy por la mañana, nada más levantarme, os pondría al día. Pero resulta que lo primero que he visto nada más levantarme es que el aborto ya no es un derecho. Y siento una mezcla de pena, rabia y frustración que no sé muy bien cómo canalizar…
Yo tenía muchas cosas que contaros: unas alegres, otras esperanzadoras, algunas divertidas, otras serias. Y de pronto me dan todas igual.
Desde que llegamos aquí, intento no enterarme demasiado de lo que pasa en España. No lo hago adrede. O sí. Me limito a no buscar demasiada información. Simplemente, necesito tiempo para mí, alejarme de verdad de España y no sólo físicamente. Igual 20.000 km no son suficientes para alejarme de la tierra que ahora ha aprobado el anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la mujer Embarazada, que reforma la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo. Me meo con el nombre por no llorar. No quiero ser demagoga, pero ¿protección de la vida del concebido? ¿Y la madre qué? ¿Y las nacidas y nacidos que no tienen para comer en España? ¿Y los nacidos y nacidas que viven en casas en las que este invierno no se puede poner la calefacción? ¡Venga ya!
Decía que no estoy demasiado al tanto de lo que ocurre en España. Miguel sí que abre el periódico prácticamente a diario si no a diario y me cuenta un poco, pero no han sido muchas las veces que yo solita, motu proprio, he buscado información de actualidad. Y hoy, sin embargo, he empezado así el día. Miguel todavía duerme y yo he querido saber qué pasa en España. ¿Que qué pasa? Que hoy es un día muy triste.
No quiero repetirme. Ya he puesto en Facebook una reflexión a este respecto y no querría resultar redundante, pero me parafraseo o casi me copio literalmente:
No entiendo nada. La derecha española, cada vez más reaccionaria y recalcitrante (aunque parezca imposible) se sigue empeñando en legislar sobre nuestros cuerpos, en decidir sobre lo que no les incumbe. Y mientras, retrocedemos nosécuántosaños.
No sé si sería exagerado decir que hoy es uno de los días más tristes de la asquerosa democracia. No olvido a la gente desahuciada, a lxs de las preferentes, el cambio de la Constitución, a la gente sin trabajo. No me dejo por el camino toda la barbarie que asola España. Pero todos esos horrores no pueden servir para que hoy no podamos decir alto y claro que HOY ES UN DÍA MUY TRISTE.
Hasta ahora las mujeres podían abortar sin alegar ninguna razón en las primeras catorce semanas de gestación. Es una ley de plazos similar a la que hay en la mayoría de países de la Unión Europea como Holanda o Francia. En la mayoría de los países de la Unión Europea hay ley de plazos. Esto se elimina. Se vuelve a los supuestos de la ley de 1985. Las mujeres ya no tendrán derecho a abortar sino que tendrán que justificar que los intereses del no nacido entran en conflicto con los propios. ¿Qué más queréis que os diga?
Los supuestos son los dos que había en la ley anterior: violación y riesgo para la salud física o psíquica de la madre (hasta la semana 22), pero se elimina el supuesto de las anomalías fetales como tal. ¿Más?
Con la legislación de 2010 un embarazo de más de 22 semanas sólo puede interrumpirse si existen "anomalías fetales incompatibles con la vida" y para ello debe constar el diagnóstico en un dictamen emitido con anterioridad por un médico especialista que no sea el que  practique la intervención. También se autoriza el aborto cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable, que debe ser confirmado por un comité clínico.
Ahora el supuesto de enfermedad del feto se elimina y queda supeditado a los efectos que esa dolencia genere en su madre. Se debe garantizar que la mujer sufrirá un daño "no irreversible pero sí importante y duradero" en su salud física o psíquica. Para ello se pide un informe motivado por dos médicos especialistas que no pueden ni siquiera trabajar en el centro en el que se practique el aborto.
En el caso de enfermedades incompatibles con la vida el requisito será doble: un informe médico que confirme los riesgos para la madre y otro que pruebe la patología del feto de acuerdo con el Comité de Bioética de España. 
No voy a seguir. Esto es un blog de viajes, un blog entrañable en el que las mayores desventuras que deberían ser relatadas son las mías propias o hasta las de Miguel, pero no las de una nación que se va, que se cae, que se muere; no las de un país que supuestamente vive en democracia, pero donde cada día más es la derecha reaccionaria y recalcitrante la que gobierna desde su prepotencia y falta de empatía, desde su misoginia, su desvergüenza y su intolerancia.
Parece que hoy sí que han conseguido meter sus rosarios en nuestros ovarios.
A mí, de momento, me han quitado las ganas de escribir más.
Igual  lo hago mañana.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cosas de la vida cotidiana

Creo que es importante decir que parece que tengo trabajo.
El domingo hice una prueba en un restaurante español y hoy me han dicho que si puedo volver a trabajar el próximo domingo. Le he preguntado al jefe si eso significaba que me contrataba y he querido saber más acerca del horario y el sueldo y me ha dicho que las horas dependen de cómo lo haga en la prueba de este domingo (yo entendía que la prueba había sido el domingo pasado, pero parece que este domingo vuelve a serlo). Sin embargo, me ha dicho que él cree que serán unas veinte horas semanales para empezar y que me pagará $13 la hora. Es justo lo que quería. No me apetecía meterme directamente 40 horas semanales en un restaurante. Too much para mí.
La prueba del domingo pasado fue menos horrible de lo que yo esperaba. Cuando llegué y mi compañera (una italiana muy salada) me explicó todo, flipé. ¡Tenía que atender a la gente en las mesas! Pero al final resultó bastante sencillo porque la carta no es demasiado amplia y la gente señala con el dedico lo que quiere. Metí la pata un par de veces (la más divertida fue cuando tuve que volver tres veces a la misma mesa porque no entendía lo que me pedía la mujer -al final era un vaso de papel para llevarse el vino porque ya había terminado de cenar, pero le quedaba media copa-), pero salí más o menos airosa.
El jefe es un neozelandés de unos treinta y pocos años bastante simpático, pero con acento complicado. La otra camarera es una italiana que ha estado un año en Australia y ahora se propone trabajar un año más en Nueva Zelanda. Habla bien inglés, pero con un acento mucho más asequible, así que estoy feliz. Es perfecto. Tengo que entenderme con ella en inglés, de modo que me veo forzada a hablar, pero como no es de aquí (ni inglesa, ni irlandesa, ni escocesa, ni yanqui…you know), no me siento tan juzgada, por lo que me da menos vergüenza hablar, y encima la entiendo mucho mejor que a mis queridxs guiris.
El cocinero es un colombiano muy majo que me viene fenomenal. Es a él a quien tengo que darle las comandas, así que si dudo en algo o quiero hacer alguna aclaración a la hora de dejarlas o recogerlas, puedo preguntarle en español y todo queda más claro.
A pesar de que este trabajo puede estar bien porque me obliga a relacionarme con lxs kiwis (que, por cierto, son muy amables), estoy contenta porque mañana tengo dos citas en dos agencias diferentes para trabajar de au-pair. Creo que lo perfecto sería poder compaginar ambos trabajos: el de camarera y el de au-pair.

También es importante decir que ya tenemos número neozelandés (¡por fin!) y carnet de la biblioteca, que estamos intentando conseguir El Hobbit para verla en inglés, hacer oído e ir al cine a ver la segunda y que los plátanos están riquísimos. Chute de potasio. En cuanto a Evo, sin novedad. Todo sigue igual. La tarjeta funciona cuando quiere y yo ya ni me deprimo ni me enfado. Tengo pendiente dedicarles otra entrada contestando a la carta que nos ha mandado, pero no quiero hablar de eso ahora porque estoy de muy buen humor.
Miguel se va a tirar la basura al cuarto oscuro mientras yo termino esta entrada y esto me sirve para contaros más cosas sobre la vida en esta ciudad y en este país. La basura no se tira en la calle, sino en un cuarto que está en el sótano y que huele aputamierda, con moscas y todo. Parece ser que alguien (el manager, supongo, porque aquí a todo lo llaman “manager”; no hay portero, hay manager) saca los cubos en algún momento. Mucho me temo que no es a diario. Las moscas están contentísimas.
Aquí todo se paga semanalmente (salarios, alquileres…) y siempre por adelantado. Extraño. Estamos a punto de contratar Internet (terrible pesadilla también ésta; me quejaba de la inutilidad española, pero…¡joder con Nueva Zelanda!) y eso sí que se paga mensualmente, pero también por adelantado. Son una panda de listos.
En el fregadero de casa tenemos un triturador de comida y no sé cómo he podido vivir sin contaros esto antes. Intentamos no abusar de él porque no queremos gastar mucha electricidad (no somos ratas, es que la luz y el agua -power and water- no están incluidas en el alquiler), pero de vez en cuando nos damos el gusto. A mí me encantaría destruir documentos con él, pero de momento no tengo ninguno digno de ser triturado.

De repente me da pereza seguir. Os contaría que el otro día nos encontramos con una fiesta regional en la que bailaban al son de una música medio celta, medio country y podría hasta subir fotos y vídeos, pero no me apetece. Ya lo dejo para otro rato.

Ahora me voy a seguir comiendo plátanos.

martes, 17 de diciembre de 2013

Cosas de dentro

Estamos a punto de terminar el año y yo no me hago cargo. Ver árboles de navidad mientras paseo en tirantes se me hace raro. No me acostumbro y no asumo que 2013 llega a su fin. He querido hacer balance de este año y, sinceramente, me siento satisfecha.
2013 ha sido el año en el que por fin he terminado mis estudios. Después de la carrera y del primer máster, el máster del profesorado se me resistió un poco, pero ya está terminado. En junio aprobé el examen que me faltaba y en septiembre pude defender el trabajo fin de máster. En 2013 he aprobado 3º de alemán y 4º de inglés en la Escuela de Idiomas y he podido dar muchas clases particulares que me han servido para conocer a gente que merece la pena y que me ha aportado mucho. 2013 es el año en el que he podido sentir que mis metas estudiantiles se veían resueltas, a pesar de que es el año en el que también he tenido que aparcar la tesis doctoral. Pero sobre todo, 2013 es el año en el que me he propuesto dejar de pensar en los estudios (sí, quizá ha sido fácil porque llegaba el momento, porque tocaba) y he dado el paso que llevaba tiempo queriendo dar. 2013 es el año en el que he salido de España, del país que me vio nacer y del que hablo mal y bien según el día y el momento. En 2013 me han pasado muchas cosas buenas, he sonreído y reído, he conocido a Miguel (sin el que ahora todo sería muy extraño), he soñado, he vibrado, he crecido y he aprendido. Pero también ha sido un año triste porque ha salido de mi vida alguien que era muy importante. Sé que no lees estas líneas y en el fondo prefiero que no lo hagas. Pero no me parecería justo, haciendo balance del año que termina, olvidarme de ti. No te olvido. Eso creo que lo sabes aunque la distancia física y emocional sea grande. No quiero ponerme melancólica ni aburrir. Esto es entre tú y yo.
2013 es el año en el que he volado, literal y metafóricamente. Me siento más libre, más dueña de mi vida y a la vez, por qué no, a veces más débil. Tomar decisiones implica afrontar la vida y eso en muchas ocasiones no es fácil. Tomar las riendas de mi propia vida es algo que no podría no hacer, no me imagino una vida llevada, una vida normal, dirigida y aburrida. Pero que no pueda imaginar otra forma de vida no supone que ésta sea fácil. A veces tengo un poco de miedo. El inglés me asusta y no termino de imaginar cómo será el día en el que pueda, de verdad, mantener y seguir una conversación en este idioma. Ahora bien, decidí que no voy a parar hasta conseguirlo y así será. Soy una mujer firme y segura. Y valiente, aunque a veces no me lo crea. Si decido algo, lo consigo. También hay metas que nos sirven para ser mejores personas aunque nunca seamos capaces de alcanzarlas, pero ésta no es una meta de esas, ésta es una meta de las que se alcanzan, se conquistan y se disfrutan.
Escribo estas líneas desde la otra punta del mundo mientras el año termina y, sinceramente, me siento orgullosa de ello. A veces os extraño, sobre todo a mi hermana y a mi madre, pero sé que seguiréis ahí, sé que el tiempo en realidad no existe (o yo no sé lo que es) y sé que si no dirijo yo mi vida, la dirigirá la inercia y eso no me gusta.
Trabajaré en alguna mierda (o no), me explotarán (o no), ganaré poco (o mucho), ahorraré (o me lo gastaré en rumbear -no, no creo-), reiré y lloraré, os echaré de menos a rabiar y no me acordaré de vosotrxs, y seguiré siendo yo, quizá más yo que nunca. Volveré para abrazaros, pero seguiré volando. Ya no puedo parar.
Esto de la tecnología me abruma. Nací en 1987 y a veces puede parecer que lo hice en el 27. Teneros aquí sin teneros es algo que me sobrepasa, es colisionador, me cuesta. No termino de entenderlo. No paro de usar los medios que nos permiten romper distancias, pero sigo sintiéndome extraña en esta posibilidad. Nos cargamos las distancias y hacemos como si no hubiera 20.000 km. Que la comunicación sea como si la distancia no existiera (a pesar de que Skype distorsiona la voz y se corta) es algo complejo de entender.
Reflexionaba yo últimamente sobre este tema cuando mi gran hermana pequeña me habló en los mismos términos.
Creo que no podemos, simplemente, dejarnos llevar. No digo que los “avances” tecnológicos sean malos (yo misma me beneficio de ellos a diario), sólo digo que debemos pensar en ellos, hacernos cargo, meditar, usarlos con medida y raciocinio.
No hace tanto que la gente se marchaba y sólo sabías de ella por cartas y una llamada de ciento al viento. Esto también tenía su magia. De hecho, creo que la única persona con la que no me valdría ese tipo de comunicación sería mi madre. Me explico: me veo perfectamente capaz de volver al método de hace unos años y saber del resto de la humanidad cuando la carta arribara. Si agradezco eso que llaman evolución, es por poder saber de mi madre a diario. Sobre todo y ante todo por eso.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Más

Hi everybody!

La verdad es que esto del blog me está resultando muy divertido. Miguel vive con presión desde que sabe que todo lo que diga o haga será relatado aquí, pero yo estoy muy contenta sabiendo que me leéis y que os interesáis por cómo estamos. Para ser sincera, no esperaba una acogida tan buena. Me está sorprendiendo gratamente la cantidad de comentarios que recibo y os los agradezco de corazón. Me alegra saber que estáis ahí a pesar de que nos separen 20.000 km.

Hoy he de empezar diciendo que creo que he perdido la noción del tiempo y el espacio. Ya no sé si es de noche o de día. Sólo como. “Como” del verbo “comer”. Tenemos la sensación de estar todo el día comiendo. Igual no es verdad, no sé. Pero creo que algo de cierto ha de tener…
Los días se suceden vertiginosamente y nosotrxs comemos para sobrellevarlos.
Ahora en serio…no sé cómo puede el tiempo pasar tan deprisa. La impresión que tenemos es la de que nos levantamos, desayunamos, hacemos cosas, comemos, hacemos alguna cosa más (anda, andar, andar mucho y siempre), cenamos. Dormimos. Nos levantamos, desayunamos, hacemos cosas, comemos, hacemos alguna cosa más (anda, andar, andar mucho y siempre), cenamos. Dormimos. Nos levantamos, desayunamos, hacemos cosas, comemos, hacemos alguna cosa más (anda, andar, andar mucho y siempre), cenamos. Dormimos. Nos levantamos, desayunamos, hacemos cosas, comemos, hacemos alguna cosa más (anda, andar, andar mucho y siempre), cenamos. Dormimos…y así sucesivamente.
Yo creo que el hecho de estar a doce horas de diferencia horaria de nuestros seres queridos influye mucho para estar perdiendo la noción del tiempo. ¿Por qué? Porque parezco bipolar diciéndole “buenos días” a mi santa madre a las 11 de la noche para mí. Es como si los días fueran la mitad de cortos. Mi madre me dice “buenos días” y a las doce horas se lo estoy diciendo yo a ella. ¡Una locura!

El caso es que lo que importa es que estamos felices.

Creo que vamos a recibir hoy las tarjetas del móvil (Dios, para ya), pero si no, será el lunes como tardísimo. Vamos, que ya estamos buscando trabajo a toda máquina.
Creo que debería haber empezado esta entrada por lo más importante: ayer fui al restaurante español del que ya os he hablado y me han pedido que vaya mañana, domingo, para hacer una prueba a la hora de las cenas. Me han citado a las cinco de la tarde. No voy a decir más a este respecto.
La oferta tiene buena pinta. Es un restaurante muy pequeñito. El dueño es muy simpático y parece que tiene intención de contratarme. Estuve allí escasos quince minutos y me contó un montón de cosas. Me dijo que mi inglés es muy bueno (¡ja!) y yo aproveché para decirle que no lo creo, pero que estoy segura de que en uno o dos meses viviendo aquí…soy capaz de rajar casi como en español! No, no. Eso tampoco. No me voy a pasar. ¡Qué flipada!

Quiero que sepáis que ahora muchas veces pienso (y digo) cosas como “esto lo voy a contar en el blog”, “al blog que va” o “esto no puedo dejar de relatarlo”. Y de pronto ahora, con la pantalla delante, no sé qué cosas quería contaros.
Yo soy así. Improviso. Detrás de estas líneas que ahora leéis no hay un guión, un esquema, un boceto o un texto previo. Escribo como si escupiera (pero desde el cariño, ¿eh? Entended el símil…Bueno, igual es que es un símil un poco malo). ¿Escribo como si hablara? Igual eso suena mejor, menos ofensivo.
Me gusta sentarme delante del ordenador y dejarme llevar. Ir saltando de tema en tema, contando cositas de por aquí, de por allí…y terminar la entrada contenta con el resultado, pero sabiendo que me dejo cosas por el camino. Las puedo reutilizar después, claro.

Antes de ayer estuvimos en Grey Linn, otra zona de la ciudad muy cuqui. Es un barrio residencial muy tranquilo con unas casas preciosas y un parque enoooorme y muy verde. Paseamos, bebimos agua (sí, agua, que a ver si porque una haga una coña con las cervezas vais a pensar ahora que no hacemos más que beber cervezas) y charlamos amistosamente. Tuvimos una conversación muy interesante sobre arte y Miguel me planteó una serie de ideas muy inteligentes que me hicieron reflexionar, pero como éste no es un blog pedante, no compartiré mis reflexiones. Sólo quiero que sepáis que estoy muy contenta al lado de Miguel y que me encanta hablar con él. Ala, toma cursilería.
Sobre el agua que bebimos querría decir que nos costó un poco cara y que como la botella era de litro y medio y no teníamos tanta sed (a pesar de que yo pensé que iba a morir de deshidratación, luego no era para tanto), tuvimos que cargar toda la tarde con la botella. Lo bueno es que ahora es nuestra botella de la nevera.
¿Cómo me puede gustar tanto contar estupideces?

Ayer tuve una “conversación” por WhatsApp (sí, tengo WhatsApp, igual había alguien que todavía no lo sabía…) con mi queridísima amiga Laura, a la que echo de menos y de la que me acuerdo constantemente (Laura, ya he visto dos karaokes en la ciudad; cuando pasamos por delante, Miguel y yo pensamos que nos gustaría que estuvieras aquí para que nos deleitaras con tus dotes musicales y tu jolgorio). Hago alusión a la conversación de WhatsApp porque me hizo mucha ilusión, la sentí más cerca y me puse contenta.
Otra conversación digna de ser mentada fue la que tuve con mi abuela, en esta ocasión por teléfono. Con mi madre hablo mucho por Skype y algún día aparece mi abuela por ahí, pero como la mujer no se entera bien con estas tecnologías que también a mí me abruman, decidí llamarla por teléfono, como se ha hecho toda la vida. Se puso muy contenta y a mí me emocionó un poco que ella se emocionara. Joder, qué ñoña estoy (igual lo soy, vayaustéasaber).
Hablando de cosas ñoñas, quiero hacer público que el otro día estuvimos viendo vídeos antiguos de la familia de Miguel y me gustaría manifestar el profundo amor que me despertaron Inés de pequeña (Inés, eras muy graciosa y divertida) y Miguel. No es amor, es que era unacosarica. Mati, sigues igual. Digas lo que digas (ya lo dije cuando me enseñasteis aquellas fotos de Mallorca), no has cambiado nada. Te veo igual (de bien, claro).
Toño y Miguel de pequeños se parecían un montón. ¡Qué gracia!
Yo sé que os estaréis preguntado por qué hablo de estas cosas en un blog de viaje y yo os contestaré sin saber si de verdad os lo habéis preguntado que hablo de esto porque es mi blog y hablo de lo que quiero y porque os estoy relatando la cotidianidad de mi día a día y en él entran estos vídeos u otros más modernos, pero no por ello menos entrañables, como varios de Luisete hace unos años. Ayayay…¡qué cosa más tierna! Con vídeos como ese, si me despisto, hasta me entra el instinto maternal…
¡Que no! ¡Que esto lo he hecho para despertar yo vuestra atención! Como sé que esto estaba dando bajón (me estaba empezando a poner pesada), he querido darle un giro a la trama para que de pronto os asustarais y dierais un respingo en vuestros sillones, sillas, autobuses, camas o donde quiera que estéis leyendo(me).

Cambiando completamente de tema, puedo comunicar con mucho gusto que lleva tres días haciendo bueno. I can´t believe it! But it´s true! Brilla el sol, los pajaritos cantan, las nubes se levantan y nosotrxs sonreímos mientras nuestras pieles se doran bajo el sol oceánico (de Oceanía, no de océano). Por cierto, no veáis cómo pica el sol aquí (¿por qué de pronto todas las frases me recuerdan canciones y me dan ganas de cantar?). Las guiris y los guiris se queman a la que te despistas y yo, que soy española, pero muy blanca, lo mismo me quemo también. Mati nos dijo que nos compráramos crema protectora (yo creo que ahí había un “no seáis cutres, ¿eh? No os vayáis a quemar por ahorraros dos duros -ay, Mati, cómo me conoces ya…-) y yo le digo, para su tranquilidad, que la compraremos en cuanto vayamos a estar al sol un rato. Ahora, de momento, no ha habido necesidad. Pasamos gran parte del día en casa (buscando trabajo, pretendiendo apañar el currículum, pensando en nuestro trabajo ideal o soñando con que nos toca la lotería), así que no hay tiempo de quemarse.
Ahora mismo estamos en manga corta (y yo en pantalón corto también) en nuestra terraza-patio. No es por dar envidia. Sólo narro unos hechos, cuento la realidad.

Lo de que la casa estuviera en la primera planta pudo parecer un planazo en un primer momento. Sin embargo, ahora ya no estamos tan convencidxs de ello porque eso significa que tenemos la piscina justo enfrente, con el consecuente griterío que ello supone. Bueno, no pasa nada. Hablan en inglés y así también aprendemos. Esto es aprovechar cada oportunidad que la vida nos brinda y positivismo y lo demás son tonterías, ¿no? Igual en pleno mes de enero (¡toma verano!), cuando esto esté a rebosar y yo quiera echarme la siesta, ya no lo veo con tanto positivismo, pero como bien diría el bueno de mi novio, eso es un problema de la Míriam y el Miguel del futuro, así que no adelantemos acontecimientos. Ahora, de momento, estamos muy felices con la piscina delante de las narices.

Tenemos dos o tres mascotas que en realidad deben ser cien o doscientas. Me refiero a mis amigas las palomas. Siempre tenemos dos o tres de ellas en el patio de casa. Miguel cree que les doy pan a sus espaldas, pero yo os juro que sólo lo hice una vez. Igual me han cogido cariño, pero yo no tengo la culpa. La verdad es que son un poco desvergonzadas. Han llegado a un nivel de confianza elevado: ¡una se metió en casa! Yo las veo muy seguras de sí mismas. No dudan. No hay temor en sus miradas. Son unas frescas, vamos. Y de verdad que no les doy pan...No querría acabar como la loca de las palomas...

Termino esta entrada contando que, antes de darla por zanjada, he preguntado a Miguel si había algún hecho reseñable que no pudiera dejar de contar, pero hemos decidido que no. Os digo esto para que sepáis que tengo un colaborador importante a la hora de llevar a cabo la redacción de este blog (me recuerda anécdotas que he de contaros) y un muy buen compañero de viaje. Mira qué final más bonito.
Un MUY buen compañero de vida.
Ahí lo dejo.
Sed felices.
Yo sigo cabeza abajo.