jueves, 12 de diciembre de 2013

Ya conocemos Mission Bay

Primero lo primero. Mi grano está mucho mejor y me ha venido la regla. Me siento una mujer mucho más equilibrada. Teniendo en cuenta la diferencia horaria, podemos decir que no se me ha llegado a retrasar ni un día completo, así que me congratula afirmar que controlo mi cuerpo a la perfección. No hay cambio horario, de hemisferio o de continente que se resistan a mi relación con mi cuerpo y a mi autocontrol. Jaja. Eso mismo pensaba hace dos días, ¿no? ¡Viva el equilibrio!

Dios sigue en Auckland poniéndonos sistemáticamente a prueba. Hoy es jueves y compramos las tarjetas del móvil el lunes de la semana pasada. Pues bien, después de escribir dos veces esta semana preguntando qué pasa, nos dicen hoy que han tenido un problema, que no habían recibido bien nuestro pedido (aunque lo cobraron ese mismo día, no vayáis a creer) y que nos lo envían hoy sin falta. Dicen que podemos esperar recibirlo en dos o tres días laborables y, repito, hoy es jueves. Fuck!
Mi tarjeta de Evo vuelve a estar bloqueada. Estuvo así desde el día 4, miércoles, hasta el domingo 8, día que pude sacar y pagar con ella en un supermercado. No había vuelto a utilizarla desde el domingo y cuando lo intenté ayer de nuevo, miércoles, la máquina me la rechazó hasta en tres ocasiones. Estaba intentando pagar con ella en una máquina de autopago de un supermercado y cada vez que me la denegaba, se tenía que acercar la mujer que trabajaba ahí y ya a la tercera me dijo que si quería quitar algo de la compra, en plan “a ver, muerta de hambre, si no tienes dinero, deja algo ya”. Le expliqué que el problema era con la tarjeta, no con el dinero, y tuve que pagar en efectivo para poder marcharme con mi compra. Lamentable. Pero la pesadilla continúa. Si escribo a Evo a través de su página web, me dicen que tengo que hacerlo a través de la banca electrónica (así fue la semana pasada), pero si intento hacerlo a través de la banca electrónica, como el/la programador/a debe ser un/a inútil, la página no funciona y después de soltar la parrafada, me dice que “es necesario introducir el texto del mensaje”. Un bucle sin fin.
A mí esta situación me está superando. Lxs odio con todas mis fuerzas. Espero que se les bloqueen todas sus tarjetas cuando salgan de su pueblo para que sufran como yo. Hoy tenemos que pagar la segunda semana de alquiler y me temo que no voy a poder sacar el dinero. Menos mal que somos dos y hacemos un equipo perfecto. Si no, Evo Banco me habría condenado a la vida de vagabunda.
Por otro lado, quiero contaros que ayer conocimos a todo el vecindario reunido en la calle. "¿Por qué?", me preguntaríais, supongo. Ya he aludido a Dios, ¿verdad? ¿Cuántas veces en vuestra vida habéis tenido que desalojar un edificio al activarse la alarma de incendios? Yo no había tenido que hacerlo nunca en mi vida. Y en diez días que llevo en Auckland...ya lo he hecho. Sí. Anoche conocimos a nuestras vecinas y vecinos porque sonó la alarma de incendios a las diez de la noche, cuando nos encontrábamos en pijama dispuestxs a hacer la cena. Falsa alarma, debió ser. Lo suficiente para fastidiar un rato, hacernos bajar a la calle, ver llegar dos camiones de bomberos (que no tardaron nada, alucinante) y volver a subir a casa a los diez minutos.
Como me dijo mi madre cuando se lo conté, "más historias para contar a mis nietos". Auckland is amazing.
Pero como no todo pueden ser malas noticias, he de contaros que me han salido mis primeras clases de español con un chico que lo estudia en la universidad y que quiere un refuerzo ahora, en verano, pero que tiene en mente continuar las clases cuando empiece el nuevo curso. De momento van a ser dos horas a la semana, lunes y miércoles, y le cobraré $25 por hora (15 euros). El chico parece majo. Me ha dicho cómo buscar en Facebook los grupos de alumnas y alumnos que atienden a clases de español en la universidad y ya he pedido unirme a unos cuantos para anunciarme en ellos. Igual a través de esos grupos consigo más alumnas y/o alumnos.
Por otro lado, ayer escribí a un restaurante español que montaron hace unos años una pareja neozelandesa y él me ha dicho que vaya mañana por la mañana. Igual por ahí sale algo…Ya os contaré.

Ayer estuvimos paseando por Mission Bay. Es la playa más cercana a Auckland (unos 15 minutos en autobús) y el lugar donde se encuentra el restaurante mexicano donde trabaja el conocido que tiene Miguel aquí, donde va a intentar él conseguir trabajo. Fuimos a conocer la zona a pesar de que hacía bastante malo y nos reímos un rato. No podemos entender esta sociedad. Creemos que nunca vamos a ser capaces de integrarnos porque no es normal cómo hacen deporte. Nunca seré una de ellxs. Imposible. Jajaja. Todo el rato pasan corriendo o montando en bici, pero es que ayer nos encontramos con una súper competición en la playa en la que participaban mujeres y hombres de todos los tamaños y tallas y variedad de edades y colores (aunque predominaba el blanco nuclear, no vayamos a creer que aquí no son guiris). El caso es que la competición consistía en hacer un mega-recorrido subidxs en una especie de tabla de surf que dirigían con un remo. Increíble. Seguimos la competición de cerca, decantándonos por Mark Spencer cuando vimos que era el que tenía más posibilidades de ganar. Y así fue. Ganó nuestro preferido. Nosotrxs no animamos a cualquiera, ¿eh? Vamos con lxs ganadorxs.
Después de esos momentos de tensión máxima, volvimos a casa haciendo la mitad del camino andando y la otra mitad en autobús. Cuando nos subimos al bus, que estaba vacío, el conductor nos dijo “take a seat, take a seat” y así nos ahorramos los dólares del bus de vuelta. To majete.

Por las noches nos ponemos un rato la televisión en inglés e intentamos hacer oído. Podemos encontrar todo tipo de programas de diferentes nacionalidades. A estas alturas creo que tengo bastante claro que los que peor entiendo son los neozelandeses. Sí. Así es. Hablan to raro. A mí toda la vida me habían enseñado que la letra A en inglés se decía “ei”, ¿no? Pues no. Aquí es “ai”. Así que no somos de “Spein”, aquí comos de “SpAin”. Por ese mismo motivo, hacen algo raro con la letra E también. A mí me desconciertan, qué queréis que os diga. Pero a ver…no vayáis a confundiros…Diciendo esto así, parece que hablo inglés. JA! No, no. Sólo digo que me desconciertan desde mi profunda ignorancia. A veces me deprimo un poco y siento que me va a costar más de lo que ya sabía que me costaría. Pero juro por lo más sagrado que yo no vuelvo a España hasta que pueda poner en mi CV “nivel alto de inglés” siendo verdad, cosa que no abunda en nuestro país. Desde aquí os lo pido: por favor, vamos a dejar de poner “nivel medio” o “nivel alto” de inglés en el CV cuando no es cierto…Aquí querría yo ver a la mitad de las personas que ponen eso en sus currículums…Ja! Bueno, bueno, cada cual que haga lo que quiera…Al fin y al cabo, en España se valora que ponga eso en el CV, pero luego no se utiliza para nada. Pedir inglés es sólo por joder. Una criba más. Un impedimento más.
Yo volveré hablando inglés me cueste lo que me cueste. Os lo prometo.

Tengo que enterarme bien porque al parecer hay clases de inglés gratis en la universidad. Clases y gratis. Dos palabras importantes y juntas. I like it!

Bueno, bueno, de momento voy a dejaros. Pero no querría hacerlo sin contaros primero que en la televisión neozelandesa hay un canal llamado Parliament que se dedica, veinticuatro horas al día, a retransmitir lo que sucede o ha sucedido en el Parlamento o noticias relevantes relacionadas con el gobierno. Las pocas veces que lo hemos puesto, haciendo zapping, hemos podido ver a sus políticas y políticos parlando en el Parliament.
Tengo pendiente una entrada mucho más reflexiva y filosófica que ésta, pero igual me la reservo para mañana. Ahora de momento os dejo porque tenemos que pagar el alquiler y comernos unas hamburguesas.
¡Besos del revés!

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